jueves, 1 de enero de 2015

La inteligencia Emocional

Cuando trabaje en Huaycan en la I.E 1279, realice una actividad en clases con mis niños y niñas del Primer grado A, él objetivo era  fortalecer la Inteligencia Emocional, lo primero que hice fue coger una cartulina y me puse escribír el conocido cuento de Las Ranitas. La fábula era cortita y clara  ya que los niños y ninas podían ver el valor de la persistencia y el esfuerzo.
En mi clase ¡por suerte!, siempre hubo muchos voluntarios y por ello tuve que sortear quienes leerían el cuento delante de los demás. Así salieron Milagros y Jordi que fueron los encargados de leerles el cuento a los otros niños.
Después de la lectura mantuvimos una interesante conversación sobre lo importante que es esforzarse en el día a día, pero no sólo eso, sino que a veces ni siquiera el esfuerzo es suficiente, además hay que persistir en él. Incluso cuando creemos que todo está perdido o que no seremos capaces de conseguir lo que queremos.
Cada uno y cada una aportó su opinión y algunos ejemplos en los que ellos y ellas se habían esforzado y habían salido vencedores. ¡Muy
El cuento empieza asi: Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente sintieron que se hundían, era imposible nadar o flotar mucho tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas.
Al principio, las dos patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente pero era inútil, sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sintieron que cada vez era más difícil salir a la superficie a respirar.
Una de ellas dijo en voz alta:
¡No puedo más! Es imposible salir de aquí, esta materia no es para nadar. Ya que voy a morir no quiero alargar este dolor. No entiendo qué sentido tiene esforzarse.
Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez tragada por el líquido blanco.
La otra rana, más persistente, y quizás más tozuda se dijo:
Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo ya que la muerte me llega, prefiero luchar hasta mi último aliento. ¡No quisiera morir ni un segundo antes de que me llegue mi hora!
Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro. ¡Horas y horas!
Y de pronto…de tanto patalear y agitar, agitar y patalear…,la crema se transformó en mantequilla.
La rana sorprendida dio un salto y patinando llegó hasta el borde del bote. Así que salió y se fue caminando alegremente hasta su casa. FIN
La sorpresa para los niños fue también que el cuento estaba sin ilustrar y que eran ellos los que tenían que hacerlo. Se volvieron a pedir voluntarios para hacer esta tarea y, por supuesto, se ofrecieron casi todos. Así que decidimos que para que fuese justo deberíamos de hacer una votación.
Bien, pues, salieron Viviana, Kevin y Sara, y empezaron a ilustrar el cuento, y el resultado fue magnífico.

Entonces la inteligencia emocional es considerada como la habilidad esencial de las personas para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la capacidad para asimilarlos y comprenderlos adecuadamente y la destreza para regular y modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás.
Esta habilidad para manejar emociones de forma apropiada se puede y debe desarrollar desde los primeros años de vida ya que las emociones se expresan desde el nacimiento. 
Según Marcia Olivos, psicóloga y pedagoga conectarse con las emociones del pequeño es la forma más básica para producir una comunicación empática, “una suerte de ‘complicidad’ que estará basada en un vínculo más profundo que la simple comprensión de los padres hacia su hijo, y que el niño reproducirá en las relaciones que establecerá en el futuro”.
La educación de las emociones tiene un gran peso en la prevención de posibles problemas emocionales y en el desarrollo de la personalidad del niño. Esta forma de educación debe ser, sin embargo, un proceso continuo y permanente, se puede y debe realizar a lo largo de toda la vida. La competencia emocional se logra a través de la experiencia, de la práctica diaria, contemplando cada momento como una gran oportunidad para aprender y mejorar en este aspecto.
Los expertos plantean que la personalidad se desarrolla a raíz del proceso de socialización, en la que el niño asimila las actitudes, valores y costumbres de la sociedad. Y son los padres los principales encargados de contribuir en esta labor, a través de su amor y cuidados, de la figura de identificación que representan para los hijos, ya que son agentes activos de socialización. Es decir, la vida familiar será la primera escuela de aprendizaje emocional.
La clave está en “tratar a sus hijos como le gustaría que les tratasen los demás”.
Es muy importante escuchar a los niños, prestarles interés sin juzgarles, porque tenemos una clara tendencia a corregirles, a señalar con ahínco sus errores y minusvalorar sus pequeñas proezas e inquietudes.
La escucha activa es una de las máximas de la inteligencia emocional, tan en boga y al tiempo tan desconocida. Y eso que todas las actividades de la vida, todo lo que nos sucede a diario, posee una carga emocional, un impacto que etiquetamos de agradable o desagradable según nuestra experiencia vital.
Pero si conocemos nuestras emociones, las expresamos correctamente y podemos controlarlas, no sólo seremos más felices, sino que tendremos al alcance una formidable herramienta para comprender mejor la conducta de nuestros hijos y corregirles sin necesidad de gritos ni cachetes.
Además, les estaremos guiando por el intrincado mundo de los sentimientos, alfabetizándolos emocionalmente en un proceso que determinará la estabilidad emocional del pequeño, su forma de enfrentarse a la vida y de relacionarse con los demás.
Desarrollo emocional del niño en los primeros años
* El recién nacido siente malestar o sosiego. Llora o ríe. Su mundo es de necesidades, afectos, y acciones, el primer trato con la realidad es afectivo.
 * Hacia los 18 meses ya se han conectado las estructuras corticales con las profundas del cerebro, lo que permite la aparición de una afectividad inteligente.
 * La seguridad del afecto de la madre es lo que permite al niño apartarse, explorar, dominar los miedos y los problemas, una correcta educación proporciona la seguridad y el apoyo afectivo necesarios para sus nuevos encuentros.
 * El desarrollo de la inteligencia está muy ligado a la educación de los sentimientos, sentirse seguro es sentirse querido, en la familia uno es querido radical e incondicionalmente. Las experiencias infantiles impregnadas de afecto pasan a formar parte de la personalidad.
 * Hacia los 2 años entran en su mundo las miradas ajenas, disfrutan al ser mirados con cariño. A partir de ahora cobra gran fuerza educativa la satisfacción ante el elogio o ante las muestras de aprobación de aquellos a quién el aprecia.

Lo que los educadores SI deben hacer:
- Aparcar las prisas y los agobios. Tomar aire, contar hasta diez y pensar dos veces lo que vamos a hacer o decir para resolver un problema con nuestro hijo. Actuar por impulso no suele ofrecer la mejor solución.
- En vez de fijarnos sólo en lo que nuestro hijo hace mal y señalárselo, también conviene reparar, y resaltar, lo que hace bien. Decirle que es un niño muy bueno funciona mejor que insistirle en lo malo que es.
- Escuchar y hablar con nuestros hijos. Para un niño, sus padres son las personas más importantes del mundo, y saberse escuchado y comprendido es la mejor manera de reforzar su autoestima.
- Enséñale a descubrir, nombrar y reconocer las emociones: las suyas y las de los demás, con preguntas del tipo: “Yo estoy contenta, ¿tú también?”; “ya veo que estás enfadada, tómate un tiempo y luego hablamos”; “parece que tu amigo Juan está un poco triste estos días, ¿le pasa algo?”.

Lo que los educadores NO deben hacer
- Negar la importancia de un sentimiento o un problema del niño con frases del tipo “tampoco es para tanto, no es para ponerse así, eso no son más que tonterías…”
- Utilizar las órdenes, los gritos, las amenazas o los cachetes como reacción ante un comportamiento que no gusta. Al final, el niño acabará haciendo exactamente lo mismo.
- Prohibir o reprimir emociones. Los niños aprenden enseguida qué emociones están bien o mal vistas por sus progenitores y reaccionan en función de eso, un comportamiento que a la larga genera bloqueos emocionales. La tristeza, por ejemplo, es un sentimiento poco comprendido en los pequeños.
- Reproducir estereotipos sexistas, muy extendidos en el terreno de las emociones. No se debe contener a los niños con la cantinela machista de “los chicos no lloran” ni fomentar la sensiblería en las niñas.

Actividades para iniciar a los niños en el reconocimiento de las emociones basicas:    
– Proporcionarles un vocabulario relativo a las emociones, para que de esta forma puedan iniciarse en la identificación y comunicación de sentimientos. Es importante brindarles un vocabulario emocional, llamar a las emociones por su nombre: estoy enfadado, estoy triste, siento rabia, estoy contento…
- Pintar con ellos caras de personas que expresen la alegría, la tristeza o el enfado, haciendo que el niño participe y se fije bien en la diferente expresión entre una y otra emoción. Estos dibujos pueden exponerse en un lugar visible de la casa y, cuando el niño manifieste una emoción, llevarle a ese lugar para que intente señalar la que le ocurre a él y se fije bien en ellas. Será una sencilla forma para aprender a etiquetar emociones.
- Delante del espejo imitar con el niño distintas expresiones que representen estados emocionales, para que observen en ellos y en el adulto cómo cambian los ojos, la boca, la frente, las cejas… con cada una de ellas.
– Realizar caretas con cartulinas, cada una representará una emoción. Se puede jugar a que adivinen qué emoción representa cada careta.
- Con un álbum de fotos se puede pasar un momento agradable y educativo emocionalmente, enseñando al niño cada emoción en sus propias fotos y en aquellas en las que aparecen otras personas. De esta forma cada vez será más capaz de diferenciarlas y reconocerlas en sí mismo y en los demás.
- Durante el juego aprovechar para provocar emociones en los personajes y hacer que el niño se fije en ellas: “Mira qué contento está el muñeco cuando gana en la carrera”.
- Aprovechar cualquier situación de relación social, juego o, incluso, conflicto, para poner nombre a las emociones: “Mira cómo llora Juan, se ha caído y le duele mucho.”
El tiempo que se comparte con los niños es vital para proporcionarles un marco de apoyo en el que se desarrolle de forma adecuada su inteligencia emocional.

¿Qué se debe enseñar a los niños?
- A entablar amistades y conservarlas.
- A trabajar en grupo.
- A soportar las burlas.
- A respetar los derechos de los demás.
- A motivarse cuando las cosas se ponen difíciles.
- A tolerar las frustraciones y aprender de ellas.
- A superar sentimientos negativos como la ira y el rencor.
- A tener una autoestima elevada.

Los niños con inteligencia emocional .
- Son seguros de sí mismos
- Trabajan bien con otros niños
- Saben manejar sus emociones
- Son más creativos
- Resuelven problemas por sí mismos
- Saben escuchar y respetar las ideas de otros
- Son perseverantes en los trabajos que realizan
- Tienen una autoestima positiva

Hay conceptos que se introducen poco a poco en nuestro vocabulario. Primero comienza algún erudito, y paso a paso van extendiéndose entre profesionales para terminar siendo algo imprescindible de lo que todos hablan. Es lo que ha ocurrido con la inteligencia emocional, que en la última década ha vivido su explosión. Pero, como todo en la vida, la inteligencia emocional hay que potenciarla, educarla y trabajarla.
Las iniciativas para que en los colegios se empiece a educar en las emociones crecen cada día.
Se basa en la aplicación didáctica, dentro de las áreas curriculares, dando una serie de recursos de educación emocional, social y creativa. Entre ellos se encuentran actividades audiovisuales y libros infantiles y juveniles que ayuden a los escolares a identificar emociones e historias, que apoyen su crecimiento y creatividad y que fomenten valores positivos e incentiven el desarrollo de la lectura. También se deben usar herramientas que enseñen a los alumnos a identificar y expresar emociones a través de la música o de otro tipo de artes.
El objetivo esencial de la educación emocional es conseguir que el niño o el adolescente se conozca mejor a sí mimo para poder tener más autoestima; que aprenda a comprender a los demás; saber reconocer y expresar sus emociones e ideas; desarrollar el autocontrol; aprender a tomar decisiones responsables; y mejorar sus habilidades sociales. Hay diferentes formas de definirlo, pero un mismo propósito: que la persona desarrolle habilidades para enfrentarse a los problemas y pueda tener unas relaciones sociales sanas. «Educar en las emociones es fundamental, es el presente y el futuro»,
Estamos educando a las nuevas generaciones para vivir en un mundo que ya no existe. El sistema pedagógico parece haberse estancado en la era industrial en la que fue diseñado. La consigna respecto al colegio ha venido insistiendo en que hay que “estudiar mucho”, “sacar buenas notas” y, posteriormente, “obtener un título universitario”. Y eso es lo que muchos han procurado hacer. Se creyó que, una vez finalizada la etapa de estudiantes, habría un “empleo fijo” con un “salario estable”.
Pero dado que la realidad laboral ha cambiado, estas consignas académicas han dejado de ser válidas. De hecho, se han convertido en un obstáculo que limita las posibilidades profesionales. Y es que las escuelas públicas se crearon en el siglo XIX para convertir a campesinos analfabetos en obreros dóciles, adaptándolos a la función mecánica que iban a desempeñar en las fábricas. Segun la psicóloga y pedagoga Marcia Orozco “los centros de enseñanza secundaria contemporáneos siguen teniendo muchos paralelismos con las cadenas de montaje, la división del trabajo y la producción en serie”.
Si bien la fórmula pedagógica actual permite que los estudiantes aprendan a leer, escribir y hacer cálculos matemáticos, “la escuela mata nuestra creatividad”. A lo largo del proceso formativo, la gran mayoría pierde la conexión con esta facultad, marginando por completo el espíritu emprendedor. Y como consecuencia, se empiezan a seguir los dictados marcados por la mayoría, un ruido que impide escuchar la propia voz interior.
Cada vez más adolescentes sienten que el colegio no les aporta nada útil ni práctico para afrontar los problemas de la vida cotidiana. En vez de plantearles preguntas para que piensen por sí mismos, se limitan a darles respuestas pensadas por otros, tratando de que los alumnos amolden su pensamiento y su comportamiento al canon determinado por el orden social establecido.
Del mismo modo que la era industrial creó su propia escuela, la era del conocimiento emergente requiere de un nuevo tipo de colegio. Básicamente porque la educación industrial ha quedado desfasada. Sin embargo, actúa como un enfermo terminal que niega su propia enfermedad. Ahogada por la burocracia, la evolución del sistema educativo público llevará mucho tiempo en completarse, ahora mismo sigue estando compuesto por tres subsistemas principales: el plan de estudios (lo que el sistema escolar espera que el alumno aprenda), la pedagogía (el método mediante el cual el colegio ayuda a los estudiantes a hacerlo) y la evaluación, que vendría a ser el proceso de medir lo bien que lo están haciendo”.
La mayoría de los movimientos de reforma se centran en el plan de estudios y en la evaluación. Sin embargo, “la educación no necesita que la reformen, sino que la transformen”. En vez de estandarizar la educación, en la era del conocimiento va a tender a personalizarse. Esencialmente porque uno de los objetivos es que los niños y niñas descubran por sí mismos sus dones y cualidades individuales, así como lo que verdaderamente les apasiona.
 En el marco de este nuevo paradigma educativo está emergiendo con fuerza la “educación emocional”. Se trata de un conjunto de enseñanzas, reflexiones, dinámicas, metodologías y herramientas de autoconocimiento diseñadas para potenciar la inteligencia emocional. Es decir, el proceso mental por medio del cual los niños y jóvenes puedan resolver sus problemas y conflictos emocionales por sí mismos, sin intermediarios de ningún tipo.
La base pedagógica de esta educación en auge está inspirada en el trabajo de grandes visionarios del siglo XX como Rudolf Steiner, María Montessori u Ovide Decroly. Todos ellos comparten la visión de que el ser humano nace con un potencial por desarrollar. Y que la función principal del educador es acompañar a los niños en su proceso de aprendizaje, evolución y madurez emocional. En esta misma línea se sitúan los programas de la educación lenta, libre y viva que están consolidándose como propuestas pedagógicas alternativas dentro del sistema. Eso sí, el gran referente del siglo XXI sigue siendo la escuela pública de Finlandia, país que lidera el ranking elaborado por el informe PISA.
La educación emocional sirve para promover entre los niños y jóvenes una serie de valores que les permitan descubrir su propio valor, pudiendo así aportar lo mejor de sí mismos al servicio de la sociedad. Entre estos destacan:
1. Autoconocimiento. Conocerse a uno mismo es el camino que conduce a saber cuáles son las limitaciones y potencialidades de cada uno, y permite convertirse en la mejor versión de uno mismo.
2. Responsabilidad. Cada uno de nosotros es la causa de su sufrimiento y de su felicidad. Asumir la responsabilidad de hacerse cargo de uno mismo en el plano emocional y económico es lo que permite alcanzar la madurez como seres humanos y realizar el propósito de vida que se persiga.
3. Autoestima. El mundo no se ve como es, sino como es cada uno de quienes lo observan. De ahí que amarse a uno mismo resulte fundamental para construir una percepción más sabia y objetiva de los demás y de la vida, nutriendo el corazón de confianza y valentía para seguir un propio camino.

Aprender haciendo en espacios abiertos

Uno de los desafíos más radicales que tienen las escuelas (casi todas las públicas y privadas) es la transición de un espacio cerrado a uno abierto, en donde los niños aprenden haciendo bajo el enfoque pedagógico del aprendizaje basado en problemas. Para lograr este objetivo se requiere modificar radicalmente la organización de la escuela y del aula pero principalmente re-definir por completo el rol y la formación del docente.
Un profesor debe ser capaz de organizar las clases de acuerdo a los intereses de sus alumnos y desafiarlos con preguntas que desencadenen un proyecto, una iniciativa que conducirá a sus alumnos a resolver problemas reales a través de la elaboración de productos o la implementación de servicios que responden a las necesidades individuales y colectivas de sus alumnos pero también de los profesores e incluso de los padres de familia. A esto nos referimos con una práctica pedagógica abierta.
Pero, ¿en cada colegio contamos con profesores que conocen la metodología del aprendizaje basado en problemas? y si la conocen, ¿serán capaces de integrar las tecnologías de la información y comunicación para incorporarlas al interior del desarrollo del proyecto, sea este un proyecto especifico de tecnologías de la información (por ejemplo desarrollar un programa informático) o un proyecto donde las tecnologías de la información tienen un rol más de soporte (procesar información estadística de los últimos sismos ocurridos en el Planeta.
Actualmente, en muchos colegios del país, miles de docentes abren su cuaderno, leen el diseño curricular nacional, copian y pegan los contenidos del año anterior y repiten los contenidos de años anteriores. Los más osados, quienes usan computadoras, indican a sus alumnos que copien el contenido de las pantallas en sus respectivo cuadernos o que transcriban a este los diálogos que han visto en un vídeo determinado. A esto nos referimos con una practica pedagógica cerrada.
En muchos casos si es posible conducir a los actuales profesores hacia una pedagogía abierta. Independientemente de la edad es un tema de actitud y esta se puede formar en la medida que uno, desde su posición de liderazgo, pueda brindar una visión desafiante y cuide las condiciones en las cuales los docentes desarrollaran sus actividades pedagógicas. Sin estos requisitos es muy difícil, por no decir imposible, que cambiemos los resultados del actual aprendizaje.

La escuela del silencio, la realidad de la desigualdad de género

El día a día de varias niñas que estudian en escuelas de comunidades altoandinas como en Ayacucho, escuelas de comunidades indígenas shipibas y asháninkas de Ucayali y escuelas de Ventanilla en el Callao, Lima, certifican el silencio por el que pasan estas niñas y adolescentes en la comunidad que les tocó vivir, como la desigualdad con sus hermanos, amigos y compañeros. Ellas llevan sobre los hombros una gran recarga doméstica en sus hogares, en medio de la pobreza que las rodea, casos de embarazos, trabajo infantil y violencia, que muchas veces se presentan y se convierten en los grandes obstáculos que hacen que sus anhelos y derechos sean inciertos y estén aún más lejos de su alcance.
Haciendo un repaso por las estadísticas, vemos fácilmente la gran desigualdad de oportunidades que tienen las niñas y adolescentes en el Perú. El 76% de personas analfabetas en nuestro país son mujeres y los ingresos económicos de las mujeres son 35% inferiores al de los hombres. A estos números se suma el 87% de mujeres que son víctimas de violencia familiar y sexual.
Y como lo dice la frase: Todo empieza con la educación, también ahí, la mujer es tratada con desigualdad pues por decisión de sus mismas familias, padres o comunidad, las niñas y adolescentes no son enviadas a las escuelas porque contribuyen más en el hogar, se les cree menos hábiles para los aprendizajes intelectuales o simplemente debido al escaso número de escuelas o por su lejanía, ponen en riesgo a las jovencitas que deben trasladarse a sus colegios por largos y solitarios caminos donde se encuentran con acosadores que les impiden llegar a sus centros educativos y ejercer sus derechos, los mismos que en todas las legislaciones vigentes comparte, supuestamente, con los varones.
No podemos cerrar los ojos ante esta realidad, que revela que en las vivencias cotidianas, en la distribución de las tareas y responsabilidades, en las formas de participación en el aula y en las imágenes y textos escolares está impregnada la discriminación de género.
Mientras más conozcamos la realidad y unamos esfuerzos para que todos los implicados, desde el rol que tengamos, nos comprometamos a que las niñas y niños de nuestro país tengan las mismas oportunidades, se logrará que la escuela del silencio se convierta en un grito de felicidad.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

5 Estrategias para lograr que los niños escuchen

Últimamente oigo mucho esta queja por parte de los profesores: los niños y jóvenes no escuchan, y no prestan atención, lo que supone un desgaste de energía enorme para el profesor hasta que logra un mínimo de atención y escucha activa por parte de los alumnos.
También es una constante en las charlas entre madres y padres: “Es que no hacen caso”, “Me canso de repetir las cosas y nada”, “Es como hablarle a la pared”…
No estamos ya en la época del autoritarismo, donde el profesor hablaba y los alumnos escuchaban con miedo a participar, donde los padres decidían y los niños acataban sin rechistar. Estamos en la época en la que nos jactamos de utilizar el diálogo, pero ¿sabemos dialogar?.  A dialogar también se aprende, y  el diálogo como forma básica de interacción  y aprendizaje también se enseña, y una de las cosas más importantes en este punto es aprender a escuchar.
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Me han parecido buenas y prácticas las estrategias que propone  Rebecca Alber en el blog de Edutopia para motivar la escucha activa en los alumnos, y que traducidas por mí y aportando mi pequeño toque personal serían las siguientes:
5 Estrategias para lograr que los niños escuchen
1. Dilo sólo una vez.
Cuando los niños se acostumbran a oír las órdenes una, dos, tres, hasta cuatro veces.., ¿para qué van a prestar atención a la primera?
Recálcales que tú acostumbras a dar la orden una sola vez. Si alguno, a pesar de ello, anda distraído (que será lo más normal) no le repitas la orden tal cual lo hiciste anteriormente, dale alguna pista sobre lo que has dicho previamente, y recuérdales que deben contar hasta 3 antes de preguntarte. De ese modo se aseguran de no preguntar cosas que igual ya saben.
2. Habla, muévete y para.
Mientras explicas o hablas acerca de un tema en concreto, haz que estén atentos, avisándoles de que harás pausas y elegirás a uno de ellos para que les explique a los demás su visión acerca de lo que han escuchado.
También puedes hacer pausas para que ellos hablen entre sí acerca de lo que han escuchado (lo que también te sirve a ti para comprobar su comprensión)
3. Utiliza “señales manuales”.
Se trata de signos que les permita expresar opiniones acerca de lo que se está escuchando en clase.
Por ejemplo, puedes leer un texto de opinión o una cita de algún personaje histórico y puedes pedirles su opinión del siguiente modo: “Los que estéis de acuerdo, levantáis un dedo; los que no lo estéis levantáis dos, y los que estéis indecisos levantáis tres.”
Esta estrategia permite la participación de toda la clase, y “da voz” a aquellos más tímidos.
4. Prestar atención, parar y parafrasear.
Conocer estrategias para escuchar a los demás e interpretar sus puntos de vista es una habilidad básica e imprescindible.
Cuando los niños trabajan en grupos se puede utilizar la siguiente técnica:
a. Asigna un portavoz por grupo de trabajo (que puede ir rotando)
b. Pide a los demás que escuchen atentamente y eviten interrumpir mientras el otro habla. Sólo deben escuchar.
c. Cuando la persona que está hablando deja de hacerlo, entonces los demás parafrasean algo que el compañero ha dicho: “Tú crees que…”, “No estás seguro de…”, “Para ti es importante…”
d. Después de ello, pueden continuar con un enunciado centrado en el “Yo”: “Ya veo lo que quieres decir…”, “No estoy de acuerdo con lo que dices…”
 Utilizar este tipo de frases y parafrasear constituye una herramienta muy útil para los alumnos, para aprender la forma correcta de escuchar y de mantener una conversación.
5. Que planteen sus propias preguntas
Cuando los alumnos estén escuchando un discurso, viendo un documental o escuchando una historia leída por otros interrumpe varias veces para que escriban preguntas acerca de lo que acaban de escuchar.
De este modo se activa su escucha, atendiendo a aquellos aspectos que no tienen clavos o que pueden presentarles dudas.
Es cierto que “entrenamos” más para dar respuestas que para hacer preguntas, pero con esto último conseguimos poner el foco de atención en aquello que los alumnos no han entendido o que para ellos puede ser un verdadero “misterio”.
Por último, hay que transmitir a nuestros alumnos la importancia y el valor de saber escuchar, y enseñarles las técnicas verbales y no verbales para ello (mantener el contacto visual, mostrar interés, no cortar la conversación de los demás…)
“Una de las más sinceras muestras de respeto hacia el otro es, sin duda, prestar atención a lo que dice”

Buscando al profesor particular ideal

Para mejorar los resultados de aprendizaje de los estudiantes, muchos padres optan por reforzar los contenidos en la casa.
La mayoría de los padres esperan hasta la entrega de notas para reconocer cuáles son las asignaturas que dificultan o disminuyen el promedio general de sus hijos, tomando como esto la primera alerta para buscar ayuda complementaria a la escuela, es decir, contratar a un profesor particular para que refuerce esos contenidos de aprendizajes en el hogar del estudiante.
Recomendamos que lo primero que debes observar es cómo estudia tu hijo, si asiste regularmente a clases, tiene los útiles escolares necesarios, su capacidad de concentración, si cuenta con un hábito de estudios y/o un horario determinado para realizar sus tareas en casa. Tras detectar cuál es el punto débil de tu hijo, comienza a buscar quien puede servir de apoyo para su estudio.
Luego para buscar a un profesor particular idóneo, debe ser alguien profesional que genere confianza tanto en los padres como en el niño, si bien es un gasto económico extra para la familia, debe tomar en cuenta que esta persona viene a reforzar los contenidos de aprendizaje expuestos en el colegio, resolver las dudas que quedaron pendiente en clases y motivar al estudiante a generar un hábito de estudio, si éste no lo tiene.
Con frecuencia, algunos padres optan por continuar las clases particulares durante el verano, donde el profesional debe fortalecer su ritmo de enseñanza, solicitando incluso tareas para que el niño mantenga y mejore las habilidades que se ven disminuidas en ciertas asignaturas.
Profesionales y estudiantes
En la actualidad son muchos los profesionales y estudiantes, que no necesariamente son pedagogos, quienes ofrecen sus servicios de clases particulares para los alumnos de educación básica y media. Siendo las con alta demanda, las matemáticas y la física, que pueden ser enseñadas por diferentes ingenieros, ya que incluso los profesores con mención en matemática escasean en nuestro país.
Para mayor seguridad de los padres y conocer la diversas ofertas recomendamos el sitio "Soy Profe" , una plataforma gratuita que cuenta con más de 500 profesores y estudiantes universitarios registrados que buscan enseñar a aquellas personas que quieran aprender.
El sitio tiene un buscador que permite seleccionar la asignatura, curso y región, la cual arrojará un profesor que tendrá, no sólo sus datos profesionales, sino también la calificación realizada por los usuarios. Aquí también los padres pueden consultar por mensaje privado detalles de las clases y ver los valores que tienen las sesiones. (Costos acorde al mercado).

martes, 30 de diciembre de 2014

La Curiosidad mato el aburrimiento

Conversando con Marcia en mi casa de Chosica, me conto la siguiente anecdota: Una profesora pide a los alumnos que localicen el tema en el libro de ciencias. Lo leen y colquen en la pizarra un gráfico o imagen con las fases lunares. Explica por qué se producen y enumera las distintas fases mostrándolas con una imagen. Los alumnos hacen los ejercicios correspondientes en su cuaderno. La profesora pone un video, donde se aprecian, secuenciadas, las distintas fases lunares. A continuación hace la siguiente pregunta: “¿Por qué no vemos a la luna siempre del mismo modo?” Los alumnos comienzan a dar sus respuestas, unas más acertadas que otras, pero sin criticar ninguna, sigue haciendo más preguntas, guíandoles hasta que llegan por ellos mismos a la explicación correcta.
Hay una clara diferencia entre estas dos situaciones: una promoverá la curiosidad de los niños, la otra, muy poco.
Entonces yo le pregunté a Marcia,  ¿Qué es curiosidad y como funciona?
“La curiosidad surge cuando la atención se enfoca a un vacío de información en el propio conocimiento. Estos vacíos producen la sensación de privación, que llamamos curiosidad. El individuo curioso está motivado para obtener la información que le falta, o para reducir o eliminar la sensación de privación.”
Para Marcia, ésta no es sólo un estado de ánimo, sino una emoción, un poderoso sentimiento que nos empuja “más allá”, a buscar el conocimiento que nos falta. “La curiosidad, lo que es diferente y sobresale en el entorno, enciende la emoción.Y con ella, con la emoción, se abren las ventanas de la atención, foco necesario para la creación de conocimiento.”
No hay muchos estudios neurológicos acerca de la curiosidad, pero conocer qué factores la estimulan a nivel cerebral podría ayudarnos para provocarla en aquellas personas menos “curiosas”.
Lo que sí que se ha descubierto es que la química de nuestro cerebro cambia cuando sentimos curiosidad por algo, y estos cambios neuroquímicos nos ayudan a aprender y retener mejor la información.
•Las personas aprenden mejor aquella información sobre la que sienten curiosidad.
•Cuando el cerebro se encuentra activado en “modo curiosidad”, recuerda mejor incluso la información incidental o no relevante en ese momento.
Esta capacidad del cerebro “curioso” para recordar y aprender es un fenómeno del que los profesores deben ser conocedores y utilizar a diario en el aula. Pero, ¿no son los niños ya de por sí, curiosos por naturaleza? Sí, aunque algunos más que otros,  entonces “Por qué a los niños no les gusta ir al colegio“, es porque simplemente “Al cerebro no le gusta pensar”, y si puede recurrir antes a la memoria para solucionar un problema o aprender un concepto nuevo lo hará, antes de tener que invertir energía pensando. Por ello, para incentivar a las personas a pensar y a aprender cosas nuevas hay que establecer las condiciones cognitivas adecuadas. ¿Cómo?
1. Enfrenta a tus alumnos a problemas que les suponga un desafío, pero que no sean tan difíciles como para frustarlos.
Trabajar en equipo para solucionar un problema, o realizar una propuesta o actividad sobre algún tema, que después será evaluada por el resto de la clase despierta el interés por adquirir más información que la únicamente facilitada por el profesor.
Por esta razón, el Aprendizaje Basado en Proyectos es una metodología tan eficaz en cuanto a motivación, ya que estimula continuamente al alumno a explorar nuevos conocimientos que satisfacen su curiosidad.

2. Comienza siempre con una pregunta.
Los adultos estamos demasiado “predispuestos” a hablar,a corregir y a contestar, pero no le dedicamos tanto tiempo a preguntar. Las preguntas abren siempre un “vacío de información”, que activa al cerebro a completar esa carencia:
“¿Por qué vemos el cielo de color azul?”
“¿Cómo sabemos lo que pesa la Tierra?”
“¿Qué les pasaría a los astronautas si no llevaran traje espacial?”

3. Enciende el fuego.
La curiosidad requiere de un conocimiento inicial. No podemos sentir curiosidad sobre aquello de lo que no sabemos absolutamente nada. Sin embargo, tan pronto como conocemos algo que despierta nuestro interés, queremos saber más…Para activar el estado de curiosidad hay que “encender el fuego” con alguna información intrigante pero incompleta. Utilizar videos, historias  de personajes reales, metáforas, hacer debates sobre algún tema…, puede servir como introducción a un tema y es una forma de despertar la curiosidad sobre ello. Por ejemplo, contar una historia previa a una clase.
“El aburrimiento se cura con la curiosidad. La curiosidad no se cura con nada.”

La Educacion en el Peru

“En el Perú existe una gran oferta laboral docente muy importante, Según el Censo Escolar último, el Estado peruano emplea a 324,995 educadores, aunque los índices de oferta del empleo muestra que existe un 10% (58,281) de educadores desempleados. El presente año 2013 el Ministerio de Educación ha presupuestado  51,000 plazas de contrato a nivel nacional.
El acelerado crecimiento de instituciones educativas privadas en ciudades de la costa peruana ha elevado el empleo de los educadores, representando el 28% (171,200) con respeto a docentes nombrados en el Estado. La oferta de empleo de educadores para escuelas privadas muestra el modelo económico que experimenta nuestro país; El Estado renuncia progresivamente a proporcionar educación de calidad a la población, se incentiva que sean inversionistas privados quienes se encarguen de una responsabilidad que les compete exclusivamente.
La selección y acceso laboral de los educadores muestra conflictos durante la competencia entre profesionales y normalistas egresados de institutos pedagógicos; además de la inclusión de profesionales que no han sido formados como educadores. Los últimos concursos de nombramiento y contratos aún muestran la equivocada percepción de funcionarios del Ministerio de Educación de elaborar pruebas de conocimientos generales en la creencia que esto acredita la calidad profesional de los educadores. En realidad omiten el nivel de experiencia y productividad que posee un educador. Este tipo de concurso ha detenido en parte  el clientelaje político que caracterizaba la obtención de empleo en Educación, bastaba con presentar el carnet partidario para obtener nombramiento sin haber pisado un aula universitaria”

 SALARIO DE LOS EDUCADORES EN PERÚ.
El Estado Peruano a través del Ministerio de Educación, -como órgano intermedio-, asignó el año anterior un Presupuesto Institucional Modificado (PIM) para el sector de s/17,189.300, lo que representa un 3.31% en referencia al Producto Bruto Interno para el año 2012. Este porcentual es el aproximado a lo que se ha venido asignando en los últimos seis años (ver cuadro 01), sin embargo, en el mayor de los casos solo se ejecutan en un aproximado del 85%, lo que en realidad indica que el Presupuesto real en Educación sólo se ejecuta en 2.78%.
La UNESCO sugiere que para mejorar la calidad educativa en el mundo, cada país debe invertir no menos del 6% de su Producto Bruto Interno (PBI). El Perú, -según el informe de la Comisión económica para América Latina (CEPAL)-, es una de las naciones en Latinoamérica con menor presupuesto educativo. En el gráfico 03 puede observarse las líneas de tendencia entre PBI y presupuesto educativo: mientras el PBI indica crecimiento sostenido, en cambio el presupuesto educativo se ha mantenido en 3%. Diferentes gobiernos en Perú se comprometieron a cumplir con el incremento al 6% en el presupuesto general de la república en un plazo mediano, aún no se ha cumplido dicha meta presupuestal.
El exiguo presupuesto también se refleja en el salario de los educadores. A excepción del gobierno de Alejandro Toledo, quien duplicó el sueldo, los demás gobiernos han supeditado los incrementos salariales al condicionamiento de una ley magisterial aprobada recientemente.

El salario de los educadores en Perú es diferenciado, varía según el tipo y nivel  y la jornada laboral, es decir, existe un salario escalonado en el educador de nivel superior en cualquiera de sus formas, así como en educadores de Educación Básica Regular (EBR). Teniendo en cuenta que los educadores de EBR representan el mayor porcentaje laboral en nuestro país (ver cuadro) no existe pirámide salarial, sino una base muy ancha respecto a renumeración privilegiada que perciben un porcentaje muy bajo de educadores.
Bajo la nueva ley de educación los docentes de Educación Básica Regular en el primer nivel y con una jornada laboral de 24 horas perciben un salario promedio de 1,243.39 soles (478.22 USD), la cual va ascendiendo paulatinamente en un promedio de 100, 150 y 200 soles hasta el octavo nivel. Este sueldo resulta reducido comparado con el monto oficial de la canasta básica familiar que es de 2,240.00 soles (861.54 USD). Este salario es percibido por la mayoría de educadores y representa sólo el 55.50% de la canasta básica, muestra la insuficiente capacidad adquisitiva de un educador. Además, si se agrega el gran porcentaje de educadores que laboran en el sector privado y sus salarios representan sólo el 31.25 % de la dicha canasta familiar.
Ante tal situación salarial, las huelgas magisteriales son frecuentes y reiteran una justa demanda por el incremento salarial. Los reclamos de los educadores son tratados por cada gobernante como “conflictos superables” que se aplacan con pequeñas dádivas, -usualmente bonos económicos,- como pago por única vez. Desencadenada una huelga esta es aprovechada por gobernantes y funcionarios de educación para culpar a los educadores por la baja calidad educativa o por las consecuencias de dichas huelgas, donde se perjudica a los discentes.
A fin de atenuar necesidades vitales y obtener una mejor calidad de vida, los educadores optan por nuevas opciones laborales; trabajos a medio tiempo que puedan realizar fuera de sus horarios laborales, perdiendo la función de exclusividad al trabajo docente que se requiere. Esto deja entrever una interrogante ¿En qué momento este educador prepara y planifica sus clases? Es obvio que un educador estará concentrado en solucionar primero sus necesidades básicas y después se abocará a la planificación de lecciones en el aula. Esto constituye un indicador notorio y preciso que nos permite comprender que el desenvolvimiento docente, ya sea en el aula o en la sociedad, dependerá en gran medida de una mejora de sus capacidades adquisitivas.

INDICADORES DEL DESEMPEÑO EN EL AULA
El trabajo profesional de un educador requiere una especialización que no aporta ninguna otra carrera profesional: la formación de habilidades, destrezas y virtudes para educar a sus discentes, logrando a través de ello, fines educativos que involucran factores exógenos y endógenos. El producto más delicado y con potencialidad que forma es el ser humano, su educación no puede quedar en manos de improvisados que consideran la profesión del educador como la última opción laboral.
Esto requiere evaluar la calidad del desempeño docente, de sus cualidades como educador y de los productos que va forjando en las aulas. ¿Cómo se evalúa este desempeño docente? Los resultados se observan en los procesos adecuados de aprendizajes eficientes que realiza en el aula y por sus productos que obtiene después de un proceso prolongado de formación con valores y conocimientos.
Para el primer caso, los procesos adecuados de aprendizajes eficientes se reflejan en el discente como producto de un proceso planificado desde el currículo, en su desarrollo óptimo deberá existir un compromiso dual entre educadores y discentes o sus padres, el compromiso por aprender necesita predisposición y preparación y, sobre todo, contar con condiciones materiales favorables para lograr éxito.
Existen muchos indicadores para evaluar el desempeño docente, una de ellas es el dominio profesional. La característica que evalúa es la información teórica que posee el educador, mide la capacidad informativa y de conocimientos pedagógicos, el nivel académico, y la capacidad resolutiva. Este tipo de indicador no evidencia la experiencia acumulada respecto a las destrezas personales y la estrategia didáctica que posee el educador en su desempeño dentro del aula.
Un indicador de percepción y opinión de los discentes sobre el trabajo del educador en el aula suele ser relativo al momento de aplicarse, requiere de un nuevo modelo educativo, una práctica de libertad participativa y madurez del discente. Sus criterios evaluativos resultarían objetivos si tuvieran un adecuado manejo de los instrumentos de evaluación. Siempre existe riesgo que las evaluaciones de los discentes respecto a los educadores prevalezcan factores subjetivos y surjan condicionamientos de diversa índole.
La autoevaluación proveniente del educador es un indicador de conciencia frente a los resultados de su desempeño en el aula, resulta interesante saber como considera cada uno los avatares del propio desempeño en el aula y sus planes de mejora que debería realizar para superar los obstáculos surgidos. Esta autoevaluación debe indicarnos la situación de la planificación de contenidos a desarrollarse en el aula, requiere que un educador cuente con documentación adecuada y controle los logros obtenidos.
Un indicador que sirve para percibir el desempeño óptimo de un educador es a través de la opinión de autoridades educativas, aunque es notorio en muchos casos se superponen factores ajenos y criterios subjetivos a la hora de aplicar un óptimo criterio evaluativo.
No tenemos cifras exactas para estos indicadores a nivel nacional. El único documento de referencia oficial es el ENEDU 2010, publicado por el Instituto Nacional de Estadística e Investigación (INEI) en convenio con el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), para seguimiento del presupuesto público 2010. Este documento presenta una muestra de 5,457 instituciones educativas y 13,189 fue el número de educadores participantes de inicial, primer y segundo año de EBR, representando el 4% respecto al número total de educadores de dicho año. La estadística no incluye los departamentos de Tumbes, Lambayeque, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna, por lo que sus resultados podrían variar significativamente.
De acuerdo a los resultados de ENEDU 2010, se percibe un incremento de grados académicos de alto nivel entre los educadores hasta el año 2010. Es necesario tener en cuenta que el proceso del perfeccionamiento para estudio de maestría y doctorado son cubiertos por los mismos educadores, -salvo el caso excepcional de la Región Callao-, los gastos que demanda este tipo de perfeccionamiento son muy altos respecto a la escala salarial de los educadores.
Observando estos resultados es necesario preguntarse como logran los educadores con exiguos salarios obtener grados académicos que sólo se reconoce con un pago aproximado de 46.15 $USD y que la nueva ley magisterial ya no reconoce como bonificación.
Para mejor idea del desempeño de los educadores de inicial, primer y segundo grado de EBR, ENEDU 2010 muestra un análisis de indicadores de acompañamiento pedagógico en el marco del Programa Estratégico Logros de Aprendizaje (PELA). El concepto de “acompañamiento pedagógico” es definido como: “brindar retroalimentación y soporte técnico, promueve su reflexión continua y la mejora permanente de sus desempeños, construyendo vínculos afectivos de cooperación mutua, apoyo solidario y estableciendo relaciones amistosas, de respeto y confianza entre acompañante y acompañado”. Esta definición indica que los aspectos pedagógicos tratados durante el acompañamiento han sido: Programación curricular, Clima en el aula, estrategias de enseñanza–aprendizaje de Comunicación, estrategias de enseñanza–aprendizaje de Matemática.