Conversando con Marcia en mi casa de Chosica, me conto la siguiente anecdota: Una profesora pide a los alumnos que localicen el tema en el libro de ciencias. Lo leen y colquen en la pizarra un gráfico o imagen con las fases lunares. Explica por qué se producen y enumera las distintas fases mostrándolas con una imagen. Los alumnos hacen los ejercicios correspondientes en su cuaderno. La profesora pone un video, donde se aprecian, secuenciadas, las distintas fases lunares. A continuación hace la siguiente pregunta: “¿Por qué no vemos a la luna siempre del mismo modo?” Los alumnos comienzan a dar sus respuestas, unas más acertadas que otras, pero sin criticar ninguna, sigue haciendo más preguntas, guíandoles hasta que llegan por ellos mismos a la explicación correcta.
Hay una clara diferencia entre estas dos situaciones: una promoverá la curiosidad de los niños, la otra, muy poco.
Entonces yo le pregunté a Marcia, ¿Qué es curiosidad y como funciona?
“La curiosidad surge cuando la atención se enfoca a un vacío de información en el propio conocimiento. Estos vacíos producen la sensación de privación, que llamamos curiosidad. El individuo curioso está motivado para obtener la información que le falta, o para reducir o eliminar la sensación de privación.”
Para Marcia, ésta no es sólo un estado de ánimo, sino una emoción, un poderoso sentimiento que nos empuja “más allá”, a buscar el conocimiento que nos falta. “La curiosidad, lo que es diferente y sobresale en el entorno, enciende la emoción.Y con ella, con la emoción, se abren las ventanas de la atención, foco necesario para la creación de conocimiento.”
No hay muchos estudios neurológicos acerca de la curiosidad, pero conocer qué factores la estimulan a nivel cerebral podría ayudarnos para provocarla en aquellas personas menos “curiosas”.
Lo que sí que se ha descubierto es que la química de nuestro cerebro cambia cuando sentimos curiosidad por algo, y estos cambios neuroquímicos nos ayudan a aprender y retener mejor la información.
•Las personas aprenden mejor aquella información sobre la que sienten curiosidad.
•Cuando el cerebro se encuentra activado en “modo curiosidad”, recuerda mejor incluso la información incidental o no relevante en ese momento.
Esta capacidad del cerebro “curioso” para recordar y aprender es un fenómeno del que los profesores deben ser conocedores y utilizar a diario en el aula. Pero, ¿no son los niños ya de por sí, curiosos por naturaleza? Sí, aunque algunos más que otros, entonces “Por qué a los niños no les gusta ir al colegio“, es porque simplemente “Al cerebro no le gusta pensar”, y si puede recurrir antes a la memoria para solucionar un problema o aprender un concepto nuevo lo hará, antes de tener que invertir energía pensando. Por ello, para incentivar a las personas a pensar y a aprender cosas nuevas hay que establecer las condiciones cognitivas adecuadas. ¿Cómo?
1. Enfrenta a tus alumnos a problemas que les suponga un desafío, pero que no sean tan difíciles como para frustarlos.
Trabajar en equipo para solucionar un problema, o realizar una propuesta o actividad sobre algún tema, que después será evaluada por el resto de la clase despierta el interés por adquirir más información que la únicamente facilitada por el profesor.
Por esta razón, el Aprendizaje Basado en Proyectos es una metodología tan eficaz en cuanto a motivación, ya que estimula continuamente al alumno a explorar nuevos conocimientos que satisfacen su curiosidad.
2. Comienza siempre con una pregunta.
Los adultos estamos demasiado “predispuestos” a hablar,a corregir y a contestar, pero no le dedicamos tanto tiempo a preguntar. Las preguntas abren siempre un “vacío de información”, que activa al cerebro a completar esa carencia:
“¿Por qué vemos el cielo de color azul?”
“¿Cómo sabemos lo que pesa la Tierra?”
“¿Qué les pasaría a los astronautas si no llevaran traje espacial?”
3. Enciende el fuego.
La curiosidad requiere de un conocimiento inicial. No podemos sentir curiosidad sobre aquello de lo que no sabemos absolutamente nada. Sin embargo, tan pronto como conocemos algo que despierta nuestro interés, queremos saber más…Para activar el estado de curiosidad hay que “encender el fuego” con alguna información intrigante pero incompleta. Utilizar videos, historias de personajes reales, metáforas, hacer debates sobre algún tema…, puede servir como introducción a un tema y es una forma de despertar la curiosidad sobre ello. Por ejemplo, contar una historia previa a una clase.
“El aburrimiento se cura con la curiosidad. La curiosidad no se cura con nada.”
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