viernes, 9 de enero de 2015

La educación en valores: la principal asignatura de la vida

Educar en valores es una misión que tenemos todos los que educamos, amamos, jugamos o interactuamos con niños, adolescentes y adultos. La educación en valores no se limita a la educación de niños, sino que es un eje transversal para el resto de nuestras vidas.
Cada vez que alguien se convierte en padre inicia su labor de educar en valores. Es el momento de responsabilizarse de la educación para minimizar el impacto de otras fuentes de influencia sobre el niño. Profesores y entrenadores también tendrán en este campo una gran responsabilidad.
No siempre coincidirán las escalas de valores que compartimos en casa con las que los niños reciben en otros ámbitos educativos. Los valores son frutos de la educación, el ambiente, las amistades o las circunstancias que nos rodean a todos.
En una familia, lo que es importante es decidir qué valores quieres para tu hijo y poder construir y cimentar vuestra escala de valores.

Crisis de valores
Estamos ante una crisis en la que padres y educadores conviven con las consecuencias nocivas de una educación sin valores.
Faltas de respeto o de disciplina, denuncias en el propio seno familiar, violencia física y verbal, acoso por las redes sociales y un largo etcétera describen una vida sin límite. Límites o ausencia de los mismos, cuyas consecuencias pueden condicionar la vida desde una edad temprana.
Debemos alejarnos de los estilos autoritarios o sobreprotectores que impiden educar con paciencia, rigor y rutina.
Los niños necesitan una misma dirección y que todos eduquemos con una base similar. La coherencia es importante para no despistar y desorientar al niño con lo que sí o con lo que no está permitido. Tenemos que tener claro qué queremos y hacia dónde vamos. Si no sabemos “el qué” no podemos practicar “el cómo”.
Acompañar y apoyar como padres a nuestros hijos en su crecimiento personal, educativo, deportivo y emocional implica la educación práctica de los valores que posibilitarán ese crecimiento.
De la misma manera que os preocupáis de que lleven los deberes hechos, de que se laven las manos antes de comer o de que se abriguen en invierno, os tenéis que preocupar diariamente de la educación en valores.
No vale con decir “tienes que ser respetuoso”. Debemos animar al niño y educarle en lo que hace mal, y reforzar todas las conductas apropiadas con el fin de que las repita. Tiene que ver, en sus figuras adultas de referencia -padres, hermanos y abuelos-, esa coherencia entre lo que se les pide a ellos y lo que hacen.
¿Cuántas veces se ha dicho que los niños son esponjas? Una forma de educar, además del ejemplo, es la lectura de cuentos sobre valores que les hagan pensar.
Es una propuesta abierta para que, con iniciativa, decidáis, según vuestras necesidades, qué valores y en qué orden se trabajan. Tenéis además que adaptarlos a la edad de cada miembro de la familia. El reto es trabajar los valores en familia.

Tipos de valores
Es importante tener en cuenta que existen:
-Valores intrapersonales, que analizan el propio comportamiento y sus consecuencias. Por ejemplo, el respeto o la perseverancia.
-Valores interpersonales, que favorecen la convivencia con los demás. Por ejemplo, ser tolerante o generoso.
-Valores ambientales, que fomentan la responsabilidad y el respeto con el entorno. Por ejemplo, la responsabilidad con conductas de reciclado, no mal usar recursos como el agua, la luz o la calefacción o no dejar residuos en la naturaleza.

Ansiedad depresiva en niños y niñas

¿Has escuchado esto alguna vez? , así es los niños también sufren sin que nadie lo note y pasa desapercibido otra serie de síntomas.
Esta ocasión daremos algunos de los indicadores de ansiedad depresiva en los niños, pero lo más importante que pueden hacer los padres o quienes estén a responsabilidad de ellos.
Estamos hablando de edades aproximadas entre los 8 a 12 años, para identificarlo debemos estar atentos cuando el niño presenta actitudes que se encuentran fuera de lo común, en especial el aislamiento, poca iniciativa o bien dejo de tenerla, tienden a llorar en secreto, se irritan cada vez que se sienten incomprendidos, no pueden expresar sus sentimientos, tienen una escasa comunicación, fácilmente se decae cuando le hacen ver que algo que no está bien, tiene miedo al fracaso, imagina que las personas que le rodean no lo estiman, en principio pueden pensar como huir de casa y no del suicidio. Son los pensamientos angustiantes/erroneos y poco dominio afectivo que caracteriza la ansiedad depresiva en los niños.
Físicamente puede expresarlo mediante los dolores de cabeza, de estómago, no come bien y además tiene problemas con el sueño. Pero estos son menos frecuentes a comparación de las características descritas en el párrafo anterior.
Casi todo el tiempo tiene que ver los cambios o actitudes drásticas que hacen los padres o el responsable de los mismos, desde encauzar al niño a adoptar nuevos hábitos, regañarlos sin dar explicaciones, cuando el niño tiene una pérdida importante pero no sabe que hacer o cuando simplemente cuando tiene un mal momento y no se le provee de suficiente atención.
¿Cuál es la postura que se debe asumir ante la presencia de una ansiedad depresiva en los niños?
Primero que nada deben de asegurarse de que estas actitudes las encontraran en los niños tanto en la escuela, como en sus relaciones de iguales, otros familiares.
A forma de prevención pueden preguntarles a los niños ¿Qué les parece la vida?,¿Te gusta nuestro hogar?,¿Qué es lo que no te hace feliz en casa?, esto para prevenir la posibilidad de que quieran salir de casa o formar ideas suicidas.
No tengan miedo de preguntar a los niños cuando se trate de un conflicto como este, demostrarles su confianza: ellos empezaran a darse cuenta de su apoyo.
Informarse sobre el tema y pedir orientación profesional, así como la pronta atención al niño.
De forma ideal los padres de familia o quien se encuentre como responsable del niño, deben pedir atención psicológica para comprender la situación actual del niño y ayudarlo de la mejor manera.
Para concluir no olvides que vale la pena el bienestar de la niñez para obtener una etapa adulta sana y madura. No nos limitemos pensando en que solo los niños que provienen de familias integradas, sino también, los que presentan la ausencia de padre o madre, de otros contextos….si atenderse uno mismo es una necesidad elemental en el niño mucho más.
Gracias por visitar el blog, daremos continuidad al tema, no olvides estar al pendiente. Si a alguien le puede ser útil este artículo no olvides compartir.

domingo, 4 de enero de 2015

Como lograr ser mejores personas

¿Quieres elevarte a la cumbre de tus capacidades?¿Tienes la motivación y la convicción interior necesarias para emprender el camino? Hoy quiero aportar algunas claves indispensables que nos permitan sacar a la luz nuestra mejor versión como personas. Razones que aluden a la verdad de lo que realmente somos; personas susceptibles de alcanzar cualquier cota de éxito y realización por muy arduo que parezca el objetivo al que nos enfrentamos. Adentrémonos en profundidad al conocimiento de estas poderosas claves.

1. Enfoque claro y atractivo
Necesitamos crear un enfoque claro y atractivo sobre aquello que queremos conseguir. Es imposible determinar la planificación, el método y las acciones que debemos realizar si no poseemos un enfoque claro del resultado que deseamos obtener. Además debemos hacerlo atractivo para encontrar la motivación adecuada para acometer la acción. El enfoque supone un aspecto primordial que debemos tener siempre en cuenta.

2. Conocer tu propósito y sentido
Es una de las claves más poderosas en el camino de la autorrealización. Debemos conocer nuestro propósito y sentido últimos, saber cual es nuestra motivación y capacidad genuina, y desarrollarla. Si encontramos nuestro talento natural, y lo trabajamos decididamente, el fruto puede ser exponencial. Las ganas y la entrega que se derivan de algo que verdaderamente nos gusta y motiva no tiene precio.

3. La felicidad depende exclusivamente de ti
Es importante saber con certeza lo que significa esta gran verdad. Eres plenamente responsable de tu felicidad y realización. A nadie le corresponde la tarea de complementar o brindarte felicidad. Como decía el gran John Lennon: “No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas con la responsabilidad de completar lo que nos falta”. Si nos hacemos conscientes de esta gran idea, nuestra vida dara un salto cualitativo.

4. Asume riesgos y sal de tu zona de confort
La vida está hecha para los valientes que deciden sacarle el jugo a la existencia. No hemos venido a este mundo para acomodarnos y estancarnos en una posición de aparente “felicidad”. Hemos venido aquí para crecer, experimentar, evolucionar y ser mejores. Aprovechemos cada oportunidad que nos brinda la vida para ir más allá de los límites establecidos por nuestra mente, de esta manera, lograremos un aprendizaje renovador que nos catapulte a un nuevo nivel de conciencia y felicidad.

5. Sé persistente y flexible
La confluencia de ambas virtudes son muy importantes para la consecución de objetivos. La persistencia es el martillo mental que derriba cualquier muro u obstáculo a través del poder de la decisión y la visualización. Pero además de la persistencia, es necesario desarrollar una flexibilidad que permita modificar aquellos comportamientos, actitudes o planes de actuación que no sean eficaces o coherentes.

6. Establece hábitos saludables y conscientes
Los hábitos son actitudes clave para el desarrollo de nuestra mejor versión. Son las semillas que propician un fruto vigoroso y consistente. Debemos elegirlos cuidadosamente y ser conscientes de aquello que nos otorgan. Nuestro crecimiento y desarrollo está ligado a la calidad de nuestros hábitos.

7. Cree profundamente en ti mismo y en tus posibilidades
Creer en ti mismo es la base del éxito. Si no crees que tus capacidades tienen algo genuino e innovador que aportar; ¿Cómo vas a ser capaz de manifestar tus objetivos? Todo empieza por uno mismo y por la convicción inquebrantable de poseer las herramientas necesarias para llegar al final del camino. La mente puede ser una poderosa herramienta positiva al servicio nuestro, o por el contrario, un paradigma limitante que nos inmovilice completamente.

8. Conecta con tu realidad interior
Resulta indispensable conocer quiénes somos realmente, y cuales son nuestras más profundas motivaciones interiores para conseguir manifestar esa idea creativa en el exterior. El proceso siempre empieza desde dentro hacia afuera, los grandes cambios y progresos positivos en la humanidad comienzan desde el autoconocimiento y la conciencia de aquello  que somos y queremos compartir. Así es como se consigue una evolución efectiva que haga crecer a la individualidad, y luego al colectivo. Todo parte desde uno mismo.

9. Aprende de tus errores
Los errores tienen un gran sentido transformador implícito. Nos ayudan a vislumbrar aquello que nos impide evolucionar y crecer en el sentido correcto. Por eso, es tan importante estar conscientes cuando cometemos un error, para así quedarnos con el aprendizaje y la moraleja que el propio error contiene. Todo error contiene la semilla de un gran aprendizaje y una gran mejora. Por tanto, cambiemos nuestra perspectiva ante él y pongamos nuestra mejor cara.

10. Aprende a contrarrestar el miedo
El miedo es la emoción más contraproducente que existe. Debemos aprender a lidiar adecuadamente con esta emoción si queremos liberar nuestro potencial. Cuando el miedo aparezca preguntémonos de manera consciente; ¿Hay motivos y fundamentos reales para no emprender la acción? ¿De verdad quiero seguir como estoy? Un enfoque y decisión claros pueden ser de gran utilidad para contrarrestar esta emoción.

sábado, 3 de enero de 2015

Excluir o incluir a los más débil es

 Cuando nace un hijo, se gesta en los padres una enorme cantidad de amor antes inexistente. Cuando nacen los siguientes hijos, se gesta más amor aún que luego crece con las interacciones cotidianas con ellos. Los educadores tenemos el privilegio de vivir esta experiencia cada vez que entramos en contacto con nuevos alumnos. Despertamos nuestras capacidades de empatía, entusiasmo, ilusión, afecto, que luego se nutren con las interacciones cotidianas con ellos. También a veces nos angustiamos, frustramos y decepcionamos porque estas interacciones no producen una retroalimentación alentadora ni agradable. Eso nos tienta a alejarnos de quienes no responden a nuestro afecto. La pregunta que deben hacerse los padres y educadores responsables es qué hacer en estos casos: ¿Evadir?; ¿alejarse de quien los incomoda?; ¿persistir con estrategias alternativas? Mis deseos para el año 2015 son que padres y educadores conscientes empiecen por luchar contra sus propias dificultades y deseos de alejarse o deshacerse de los niños y jóvenes que les resultan más problemáticos, en vez de culparlos y excluirlos de nuestra cercanía y esfuerzos por gestar una buena relación. También, que los colegios cuya política es la de excluir o desentenderse de los alumnos que requieren más afecto y apoyo, desaprobando, sancionando o expulsando a los que tienen dificultades, se conviertan en espacios acogedores y protectores de esos niños, de modo que ellos sientan a sus profesores como acompañantes de su superación en vez de verdugos que los etiquetan como fracasados.

jueves, 1 de enero de 2015

La inteligencia Emocional

Cuando trabaje en Huaycan en la I.E 1279, realice una actividad en clases con mis niños y niñas del Primer grado A, él objetivo era  fortalecer la Inteligencia Emocional, lo primero que hice fue coger una cartulina y me puse escribír el conocido cuento de Las Ranitas. La fábula era cortita y clara  ya que los niños y ninas podían ver el valor de la persistencia y el esfuerzo.
En mi clase ¡por suerte!, siempre hubo muchos voluntarios y por ello tuve que sortear quienes leerían el cuento delante de los demás. Así salieron Milagros y Jordi que fueron los encargados de leerles el cuento a los otros niños.
Después de la lectura mantuvimos una interesante conversación sobre lo importante que es esforzarse en el día a día, pero no sólo eso, sino que a veces ni siquiera el esfuerzo es suficiente, además hay que persistir en él. Incluso cuando creemos que todo está perdido o que no seremos capaces de conseguir lo que queremos.
Cada uno y cada una aportó su opinión y algunos ejemplos en los que ellos y ellas se habían esforzado y habían salido vencedores. ¡Muy
El cuento empieza asi: Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente sintieron que se hundían, era imposible nadar o flotar mucho tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas.
Al principio, las dos patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente pero era inútil, sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sintieron que cada vez era más difícil salir a la superficie a respirar.
Una de ellas dijo en voz alta:
¡No puedo más! Es imposible salir de aquí, esta materia no es para nadar. Ya que voy a morir no quiero alargar este dolor. No entiendo qué sentido tiene esforzarse.
Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez tragada por el líquido blanco.
La otra rana, más persistente, y quizás más tozuda se dijo:
Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo ya que la muerte me llega, prefiero luchar hasta mi último aliento. ¡No quisiera morir ni un segundo antes de que me llegue mi hora!
Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro. ¡Horas y horas!
Y de pronto…de tanto patalear y agitar, agitar y patalear…,la crema se transformó en mantequilla.
La rana sorprendida dio un salto y patinando llegó hasta el borde del bote. Así que salió y se fue caminando alegremente hasta su casa. FIN
La sorpresa para los niños fue también que el cuento estaba sin ilustrar y que eran ellos los que tenían que hacerlo. Se volvieron a pedir voluntarios para hacer esta tarea y, por supuesto, se ofrecieron casi todos. Así que decidimos que para que fuese justo deberíamos de hacer una votación.
Bien, pues, salieron Viviana, Kevin y Sara, y empezaron a ilustrar el cuento, y el resultado fue magnífico.

Entonces la inteligencia emocional es considerada como la habilidad esencial de las personas para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la capacidad para asimilarlos y comprenderlos adecuadamente y la destreza para regular y modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás.
Esta habilidad para manejar emociones de forma apropiada se puede y debe desarrollar desde los primeros años de vida ya que las emociones se expresan desde el nacimiento. 
Según Marcia Olivos, psicóloga y pedagoga conectarse con las emociones del pequeño es la forma más básica para producir una comunicación empática, “una suerte de ‘complicidad’ que estará basada en un vínculo más profundo que la simple comprensión de los padres hacia su hijo, y que el niño reproducirá en las relaciones que establecerá en el futuro”.
La educación de las emociones tiene un gran peso en la prevención de posibles problemas emocionales y en el desarrollo de la personalidad del niño. Esta forma de educación debe ser, sin embargo, un proceso continuo y permanente, se puede y debe realizar a lo largo de toda la vida. La competencia emocional se logra a través de la experiencia, de la práctica diaria, contemplando cada momento como una gran oportunidad para aprender y mejorar en este aspecto.
Los expertos plantean que la personalidad se desarrolla a raíz del proceso de socialización, en la que el niño asimila las actitudes, valores y costumbres de la sociedad. Y son los padres los principales encargados de contribuir en esta labor, a través de su amor y cuidados, de la figura de identificación que representan para los hijos, ya que son agentes activos de socialización. Es decir, la vida familiar será la primera escuela de aprendizaje emocional.
La clave está en “tratar a sus hijos como le gustaría que les tratasen los demás”.
Es muy importante escuchar a los niños, prestarles interés sin juzgarles, porque tenemos una clara tendencia a corregirles, a señalar con ahínco sus errores y minusvalorar sus pequeñas proezas e inquietudes.
La escucha activa es una de las máximas de la inteligencia emocional, tan en boga y al tiempo tan desconocida. Y eso que todas las actividades de la vida, todo lo que nos sucede a diario, posee una carga emocional, un impacto que etiquetamos de agradable o desagradable según nuestra experiencia vital.
Pero si conocemos nuestras emociones, las expresamos correctamente y podemos controlarlas, no sólo seremos más felices, sino que tendremos al alcance una formidable herramienta para comprender mejor la conducta de nuestros hijos y corregirles sin necesidad de gritos ni cachetes.
Además, les estaremos guiando por el intrincado mundo de los sentimientos, alfabetizándolos emocionalmente en un proceso que determinará la estabilidad emocional del pequeño, su forma de enfrentarse a la vida y de relacionarse con los demás.
Desarrollo emocional del niño en los primeros años
* El recién nacido siente malestar o sosiego. Llora o ríe. Su mundo es de necesidades, afectos, y acciones, el primer trato con la realidad es afectivo.
 * Hacia los 18 meses ya se han conectado las estructuras corticales con las profundas del cerebro, lo que permite la aparición de una afectividad inteligente.
 * La seguridad del afecto de la madre es lo que permite al niño apartarse, explorar, dominar los miedos y los problemas, una correcta educación proporciona la seguridad y el apoyo afectivo necesarios para sus nuevos encuentros.
 * El desarrollo de la inteligencia está muy ligado a la educación de los sentimientos, sentirse seguro es sentirse querido, en la familia uno es querido radical e incondicionalmente. Las experiencias infantiles impregnadas de afecto pasan a formar parte de la personalidad.
 * Hacia los 2 años entran en su mundo las miradas ajenas, disfrutan al ser mirados con cariño. A partir de ahora cobra gran fuerza educativa la satisfacción ante el elogio o ante las muestras de aprobación de aquellos a quién el aprecia.

Lo que los educadores SI deben hacer:
- Aparcar las prisas y los agobios. Tomar aire, contar hasta diez y pensar dos veces lo que vamos a hacer o decir para resolver un problema con nuestro hijo. Actuar por impulso no suele ofrecer la mejor solución.
- En vez de fijarnos sólo en lo que nuestro hijo hace mal y señalárselo, también conviene reparar, y resaltar, lo que hace bien. Decirle que es un niño muy bueno funciona mejor que insistirle en lo malo que es.
- Escuchar y hablar con nuestros hijos. Para un niño, sus padres son las personas más importantes del mundo, y saberse escuchado y comprendido es la mejor manera de reforzar su autoestima.
- Enséñale a descubrir, nombrar y reconocer las emociones: las suyas y las de los demás, con preguntas del tipo: “Yo estoy contenta, ¿tú también?”; “ya veo que estás enfadada, tómate un tiempo y luego hablamos”; “parece que tu amigo Juan está un poco triste estos días, ¿le pasa algo?”.

Lo que los educadores NO deben hacer
- Negar la importancia de un sentimiento o un problema del niño con frases del tipo “tampoco es para tanto, no es para ponerse así, eso no son más que tonterías…”
- Utilizar las órdenes, los gritos, las amenazas o los cachetes como reacción ante un comportamiento que no gusta. Al final, el niño acabará haciendo exactamente lo mismo.
- Prohibir o reprimir emociones. Los niños aprenden enseguida qué emociones están bien o mal vistas por sus progenitores y reaccionan en función de eso, un comportamiento que a la larga genera bloqueos emocionales. La tristeza, por ejemplo, es un sentimiento poco comprendido en los pequeños.
- Reproducir estereotipos sexistas, muy extendidos en el terreno de las emociones. No se debe contener a los niños con la cantinela machista de “los chicos no lloran” ni fomentar la sensiblería en las niñas.

Actividades para iniciar a los niños en el reconocimiento de las emociones basicas:    
– Proporcionarles un vocabulario relativo a las emociones, para que de esta forma puedan iniciarse en la identificación y comunicación de sentimientos. Es importante brindarles un vocabulario emocional, llamar a las emociones por su nombre: estoy enfadado, estoy triste, siento rabia, estoy contento…
- Pintar con ellos caras de personas que expresen la alegría, la tristeza o el enfado, haciendo que el niño participe y se fije bien en la diferente expresión entre una y otra emoción. Estos dibujos pueden exponerse en un lugar visible de la casa y, cuando el niño manifieste una emoción, llevarle a ese lugar para que intente señalar la que le ocurre a él y se fije bien en ellas. Será una sencilla forma para aprender a etiquetar emociones.
- Delante del espejo imitar con el niño distintas expresiones que representen estados emocionales, para que observen en ellos y en el adulto cómo cambian los ojos, la boca, la frente, las cejas… con cada una de ellas.
– Realizar caretas con cartulinas, cada una representará una emoción. Se puede jugar a que adivinen qué emoción representa cada careta.
- Con un álbum de fotos se puede pasar un momento agradable y educativo emocionalmente, enseñando al niño cada emoción en sus propias fotos y en aquellas en las que aparecen otras personas. De esta forma cada vez será más capaz de diferenciarlas y reconocerlas en sí mismo y en los demás.
- Durante el juego aprovechar para provocar emociones en los personajes y hacer que el niño se fije en ellas: “Mira qué contento está el muñeco cuando gana en la carrera”.
- Aprovechar cualquier situación de relación social, juego o, incluso, conflicto, para poner nombre a las emociones: “Mira cómo llora Juan, se ha caído y le duele mucho.”
El tiempo que se comparte con los niños es vital para proporcionarles un marco de apoyo en el que se desarrolle de forma adecuada su inteligencia emocional.

¿Qué se debe enseñar a los niños?
- A entablar amistades y conservarlas.
- A trabajar en grupo.
- A soportar las burlas.
- A respetar los derechos de los demás.
- A motivarse cuando las cosas se ponen difíciles.
- A tolerar las frustraciones y aprender de ellas.
- A superar sentimientos negativos como la ira y el rencor.
- A tener una autoestima elevada.

Los niños con inteligencia emocional .
- Son seguros de sí mismos
- Trabajan bien con otros niños
- Saben manejar sus emociones
- Son más creativos
- Resuelven problemas por sí mismos
- Saben escuchar y respetar las ideas de otros
- Son perseverantes en los trabajos que realizan
- Tienen una autoestima positiva

Hay conceptos que se introducen poco a poco en nuestro vocabulario. Primero comienza algún erudito, y paso a paso van extendiéndose entre profesionales para terminar siendo algo imprescindible de lo que todos hablan. Es lo que ha ocurrido con la inteligencia emocional, que en la última década ha vivido su explosión. Pero, como todo en la vida, la inteligencia emocional hay que potenciarla, educarla y trabajarla.
Las iniciativas para que en los colegios se empiece a educar en las emociones crecen cada día.
Se basa en la aplicación didáctica, dentro de las áreas curriculares, dando una serie de recursos de educación emocional, social y creativa. Entre ellos se encuentran actividades audiovisuales y libros infantiles y juveniles que ayuden a los escolares a identificar emociones e historias, que apoyen su crecimiento y creatividad y que fomenten valores positivos e incentiven el desarrollo de la lectura. También se deben usar herramientas que enseñen a los alumnos a identificar y expresar emociones a través de la música o de otro tipo de artes.
El objetivo esencial de la educación emocional es conseguir que el niño o el adolescente se conozca mejor a sí mimo para poder tener más autoestima; que aprenda a comprender a los demás; saber reconocer y expresar sus emociones e ideas; desarrollar el autocontrol; aprender a tomar decisiones responsables; y mejorar sus habilidades sociales. Hay diferentes formas de definirlo, pero un mismo propósito: que la persona desarrolle habilidades para enfrentarse a los problemas y pueda tener unas relaciones sociales sanas. «Educar en las emociones es fundamental, es el presente y el futuro»,
Estamos educando a las nuevas generaciones para vivir en un mundo que ya no existe. El sistema pedagógico parece haberse estancado en la era industrial en la que fue diseñado. La consigna respecto al colegio ha venido insistiendo en que hay que “estudiar mucho”, “sacar buenas notas” y, posteriormente, “obtener un título universitario”. Y eso es lo que muchos han procurado hacer. Se creyó que, una vez finalizada la etapa de estudiantes, habría un “empleo fijo” con un “salario estable”.
Pero dado que la realidad laboral ha cambiado, estas consignas académicas han dejado de ser válidas. De hecho, se han convertido en un obstáculo que limita las posibilidades profesionales. Y es que las escuelas públicas se crearon en el siglo XIX para convertir a campesinos analfabetos en obreros dóciles, adaptándolos a la función mecánica que iban a desempeñar en las fábricas. Segun la psicóloga y pedagoga Marcia Orozco “los centros de enseñanza secundaria contemporáneos siguen teniendo muchos paralelismos con las cadenas de montaje, la división del trabajo y la producción en serie”.
Si bien la fórmula pedagógica actual permite que los estudiantes aprendan a leer, escribir y hacer cálculos matemáticos, “la escuela mata nuestra creatividad”. A lo largo del proceso formativo, la gran mayoría pierde la conexión con esta facultad, marginando por completo el espíritu emprendedor. Y como consecuencia, se empiezan a seguir los dictados marcados por la mayoría, un ruido que impide escuchar la propia voz interior.
Cada vez más adolescentes sienten que el colegio no les aporta nada útil ni práctico para afrontar los problemas de la vida cotidiana. En vez de plantearles preguntas para que piensen por sí mismos, se limitan a darles respuestas pensadas por otros, tratando de que los alumnos amolden su pensamiento y su comportamiento al canon determinado por el orden social establecido.
Del mismo modo que la era industrial creó su propia escuela, la era del conocimiento emergente requiere de un nuevo tipo de colegio. Básicamente porque la educación industrial ha quedado desfasada. Sin embargo, actúa como un enfermo terminal que niega su propia enfermedad. Ahogada por la burocracia, la evolución del sistema educativo público llevará mucho tiempo en completarse, ahora mismo sigue estando compuesto por tres subsistemas principales: el plan de estudios (lo que el sistema escolar espera que el alumno aprenda), la pedagogía (el método mediante el cual el colegio ayuda a los estudiantes a hacerlo) y la evaluación, que vendría a ser el proceso de medir lo bien que lo están haciendo”.
La mayoría de los movimientos de reforma se centran en el plan de estudios y en la evaluación. Sin embargo, “la educación no necesita que la reformen, sino que la transformen”. En vez de estandarizar la educación, en la era del conocimiento va a tender a personalizarse. Esencialmente porque uno de los objetivos es que los niños y niñas descubran por sí mismos sus dones y cualidades individuales, así como lo que verdaderamente les apasiona.
 En el marco de este nuevo paradigma educativo está emergiendo con fuerza la “educación emocional”. Se trata de un conjunto de enseñanzas, reflexiones, dinámicas, metodologías y herramientas de autoconocimiento diseñadas para potenciar la inteligencia emocional. Es decir, el proceso mental por medio del cual los niños y jóvenes puedan resolver sus problemas y conflictos emocionales por sí mismos, sin intermediarios de ningún tipo.
La base pedagógica de esta educación en auge está inspirada en el trabajo de grandes visionarios del siglo XX como Rudolf Steiner, María Montessori u Ovide Decroly. Todos ellos comparten la visión de que el ser humano nace con un potencial por desarrollar. Y que la función principal del educador es acompañar a los niños en su proceso de aprendizaje, evolución y madurez emocional. En esta misma línea se sitúan los programas de la educación lenta, libre y viva que están consolidándose como propuestas pedagógicas alternativas dentro del sistema. Eso sí, el gran referente del siglo XXI sigue siendo la escuela pública de Finlandia, país que lidera el ranking elaborado por el informe PISA.
La educación emocional sirve para promover entre los niños y jóvenes una serie de valores que les permitan descubrir su propio valor, pudiendo así aportar lo mejor de sí mismos al servicio de la sociedad. Entre estos destacan:
1. Autoconocimiento. Conocerse a uno mismo es el camino que conduce a saber cuáles son las limitaciones y potencialidades de cada uno, y permite convertirse en la mejor versión de uno mismo.
2. Responsabilidad. Cada uno de nosotros es la causa de su sufrimiento y de su felicidad. Asumir la responsabilidad de hacerse cargo de uno mismo en el plano emocional y económico es lo que permite alcanzar la madurez como seres humanos y realizar el propósito de vida que se persiga.
3. Autoestima. El mundo no se ve como es, sino como es cada uno de quienes lo observan. De ahí que amarse a uno mismo resulte fundamental para construir una percepción más sabia y objetiva de los demás y de la vida, nutriendo el corazón de confianza y valentía para seguir un propio camino.

Aprender haciendo en espacios abiertos

Uno de los desafíos más radicales que tienen las escuelas (casi todas las públicas y privadas) es la transición de un espacio cerrado a uno abierto, en donde los niños aprenden haciendo bajo el enfoque pedagógico del aprendizaje basado en problemas. Para lograr este objetivo se requiere modificar radicalmente la organización de la escuela y del aula pero principalmente re-definir por completo el rol y la formación del docente.
Un profesor debe ser capaz de organizar las clases de acuerdo a los intereses de sus alumnos y desafiarlos con preguntas que desencadenen un proyecto, una iniciativa que conducirá a sus alumnos a resolver problemas reales a través de la elaboración de productos o la implementación de servicios que responden a las necesidades individuales y colectivas de sus alumnos pero también de los profesores e incluso de los padres de familia. A esto nos referimos con una práctica pedagógica abierta.
Pero, ¿en cada colegio contamos con profesores que conocen la metodología del aprendizaje basado en problemas? y si la conocen, ¿serán capaces de integrar las tecnologías de la información y comunicación para incorporarlas al interior del desarrollo del proyecto, sea este un proyecto especifico de tecnologías de la información (por ejemplo desarrollar un programa informático) o un proyecto donde las tecnologías de la información tienen un rol más de soporte (procesar información estadística de los últimos sismos ocurridos en el Planeta.
Actualmente, en muchos colegios del país, miles de docentes abren su cuaderno, leen el diseño curricular nacional, copian y pegan los contenidos del año anterior y repiten los contenidos de años anteriores. Los más osados, quienes usan computadoras, indican a sus alumnos que copien el contenido de las pantallas en sus respectivo cuadernos o que transcriban a este los diálogos que han visto en un vídeo determinado. A esto nos referimos con una practica pedagógica cerrada.
En muchos casos si es posible conducir a los actuales profesores hacia una pedagogía abierta. Independientemente de la edad es un tema de actitud y esta se puede formar en la medida que uno, desde su posición de liderazgo, pueda brindar una visión desafiante y cuide las condiciones en las cuales los docentes desarrollaran sus actividades pedagógicas. Sin estos requisitos es muy difícil, por no decir imposible, que cambiemos los resultados del actual aprendizaje.

La escuela del silencio, la realidad de la desigualdad de género

El día a día de varias niñas que estudian en escuelas de comunidades altoandinas como en Ayacucho, escuelas de comunidades indígenas shipibas y asháninkas de Ucayali y escuelas de Ventanilla en el Callao, Lima, certifican el silencio por el que pasan estas niñas y adolescentes en la comunidad que les tocó vivir, como la desigualdad con sus hermanos, amigos y compañeros. Ellas llevan sobre los hombros una gran recarga doméstica en sus hogares, en medio de la pobreza que las rodea, casos de embarazos, trabajo infantil y violencia, que muchas veces se presentan y se convierten en los grandes obstáculos que hacen que sus anhelos y derechos sean inciertos y estén aún más lejos de su alcance.
Haciendo un repaso por las estadísticas, vemos fácilmente la gran desigualdad de oportunidades que tienen las niñas y adolescentes en el Perú. El 76% de personas analfabetas en nuestro país son mujeres y los ingresos económicos de las mujeres son 35% inferiores al de los hombres. A estos números se suma el 87% de mujeres que son víctimas de violencia familiar y sexual.
Y como lo dice la frase: Todo empieza con la educación, también ahí, la mujer es tratada con desigualdad pues por decisión de sus mismas familias, padres o comunidad, las niñas y adolescentes no son enviadas a las escuelas porque contribuyen más en el hogar, se les cree menos hábiles para los aprendizajes intelectuales o simplemente debido al escaso número de escuelas o por su lejanía, ponen en riesgo a las jovencitas que deben trasladarse a sus colegios por largos y solitarios caminos donde se encuentran con acosadores que les impiden llegar a sus centros educativos y ejercer sus derechos, los mismos que en todas las legislaciones vigentes comparte, supuestamente, con los varones.
No podemos cerrar los ojos ante esta realidad, que revela que en las vivencias cotidianas, en la distribución de las tareas y responsabilidades, en las formas de participación en el aula y en las imágenes y textos escolares está impregnada la discriminación de género.
Mientras más conozcamos la realidad y unamos esfuerzos para que todos los implicados, desde el rol que tengamos, nos comprometamos a que las niñas y niños de nuestro país tengan las mismas oportunidades, se logrará que la escuela del silencio se convierta en un grito de felicidad.