Me ha asombrado la gran cantidad de padres de familia que conozco de varios colegios particulares me comentan que el colegio al que asisten sus hijos plantea tales niveles de exigencia, tanto en idioma extranjero como en matemáticas y otras áreas, que la única manera de sus hijos para sobrevivir en el colegio y evitar los desaprobados (y eventual repitencia o expulsión del colegio) es contar con profesores particulares. Hay un ejército de profesores particulares de inglés, matemáticas, etc., que llenan las jornadas pos escolares, agotan a los alumnos y desgastan económica y emocionalmente a los propios padres, para quienes la vida escolar de sus hijos es un factor de constante estrés. En buena cuenta, deben hacer en casa por su cuenta aquello para lo cual han matriculado a sus hijos en los colegios. ¿Tiene sentido todo eso? Por otro lado, ¿sorprende que los alumnos ?odien? ir a su colegio? En buena cuenta los colegios, y en muchos casos cada profesor que se encuentra con los padres para hacerles recomendaciones para que sus hijos mejoren en el colegio, se han convertido en brokers de profesores, psicólogos y centros de atención especial (sin contar los que recomiendan medicación para anestesiar a los niños inquietos). Por si fuera poco, cada uno tiene sus profesores o terapeutas recomendados, con lo que se concreta una especie de subsistema escolar particular que sustituye las falencias del original. Me sorprende, además, que tantos padres sientan que no se puede hacer nada al respecto.
domingo, 28 de diciembre de 2014
sábado, 27 de diciembre de 2014
Rumbo a la nota más alta
A un año de gestión como ministro, la última edición de CADE me dio la oportunidad de reflexionar acerca de la magnitud de los retos que enfrenta la educación. Nuestro sistema educativo está lejos de ser lo que nuestros hijos se merecen. Hay escuelas públicas y privadas excelentes. Pero no son la norma.
El reto es muy grande. Los salarios docentes están por debajo del promedio de la región; el rol de los directores como líderes y gestores de sus escuelas está descuidado; muchas escuelas no cuentan con el apoyo del personal administrativo necesario para operar como las complejas instituciones que son. La brecha de infraestructura, mobiliario y equipamiento es inmensa: S/.63.000 millones que hacen palidecer los nada desdeñables S/.7.000 millones invertidos en los dos últimos años.
Yo plantearía cuatro líneas de acción que requieren un avance sostenido y urgente:
i) revalorizar la carrera de nuestros docentes.
ii) modernizar la gestión, en particular, el rol del director.
iii) mejorar la calidad de los aprendizajes.
iv) cerrar la brecha de infraestructura educativa.
Para lograr la magia de la enseñanza y el aprendizaje en nuestras aulas, necesitamos avanzar en estos frentes simultáneamente. Una maestra inspirada, una directora líder, un estudiante motivado y una ingeniera innovadora son los actores que representan estos cuatro frentes.
Todos hemos tenido alguna maestra que nos ha motivado, que ha contribuido a moldear nuestras ambiciones y nuestro destino. En las manos de nuestros 400.000 maestros está nada más y nada menos que el futuro de nuestros hijos y, por ende, el futuro del país.
¿Cómo entonces no invertir más en ellos? Afortunadamente, la carrera docente está encaminada en una lógica meritocrática en la que los incrementos salariales y el desarrollo profesional están ligados al desempeño y el mérito. Hace dos meses se aplicó una prueba de ascenso en la cual participaron 130 mil maestros; 25 mil ascendieron, logrando que sus ingresos se incrementaran 40% en promedio. Esto refleja que los maestros están dispuestos a operar en una carrera meritocrática. Y el próximo verano habrá otra prueba similar. En el 2015 tendremos un concurso de nombramientos y vamos a poner una vara más alta para el ingreso, así como un bono de entrada. Son señales de que la carrera docente es difícil y retadora pero, al mismo tiempo, valorada.
Necesitamis directores con tengán mayores atribuciones y responsabilidades. El director debe ser un gran líder, que inspire y guíe a la escuela, que modernice la gestión y lleve la educación peruana rumbo a la nota más alta. Los estudiantes necesitan que el aula sea una experiencia que lo enganche y lo motive. Que su profesor tenga la oportunidad de interactuar con otros maestros y con profesores más experimentados, con quienes pueda discutir acerca de sus planes pedagógicos. Este tipo de soporte se está expandiendo, con el objetivo de llegar a todos los maestros en pocos años. Los estudiantes necesitan que el colegio no deje de ser parte de su vida a la una de la tarde. Por ello, el próximo año mil colegios secundarios tendrán una jornada completa, de 10 horas adicionales por semana.
Necesitamos entrar a otra velocidad de cambio. Este gobierno ha establecido un compromiso acelerado de mayor inversión que permitirá alcanzar un 4% del PBI el 2016. Así, habrá duplicado la inversión en educación respecto del inicio del mandato del presidente Humala. Pero más dinero no garantiza nada. Necesitamos un cambio de expectativas y de ambiciones, trabajando sostenidamente en estas líneas de acción concretas. Salimos de la inercia y buscamos la excelencia para los 7,5 millones de alumnos en escuelas públicas y privadas.
La educación en el Perú puede y va a ser excelente, pero requiere el compromiso de la actividad privada, de los políticos apostando por ella como política de Estado, de los gobiernos regionales comprometidos, de padres involucrados en la educación de sus hijos y de un Estado trabajando por la educación peruana. Solo así avanzaremos rumbo a la nota más alta. Eso se lo debemos a nuestros niños, niñas y jóvenes del Perú.
viernes, 26 de diciembre de 2014
Escribir a mano es del siglo pasado
Finlandia anuncia que abandona la enseñanza de la caligrafía en los colegios, y la sustituirá, empezando en 2016, por el aprendizaje de la mecanografía y el uso del teclado. La caligrafía se define oficialmente como una habilidad anticuada, cuyo aprendizaje ya no aporta especialmente nada desde un punto de vista práctico al desarrollo de la persona, una habilidad que puede ser más encuadrada dentro de la curiosidad histórica.
El movimiento, sin duda, va a ser calificado por muchos como muy agresivo. ¿Es adecuado que los niños dejen de escribir a mano, en un entorno en el que ya prácticamente solo lo hacen cuando ejercitan dicha habilidad? Un examen detallado de la vida cotidiana de un niño en nuestros días revela claramente que escriben de manera constante en teclados de todo tipo, físicos o virtuales, en ordenadores o en smartphones, pero únicamente recurren a la escritura a mano cuando les es específicamente solicitado… para conseguir que aprendan a escribir a mano.
Con el paso del tiempo, a medida que esos niños se van haciendo mayores, la necesidad de escribir a mano va disminuyendo todavía más. Yo llevo un bolígrafo en mi bolsillo por puro romanticismo y para firmar algo de vez en cuando, pero la realidad es que me paso días y días sin utilizarlo.
En mi paso por la universidad, mi forma de tomar apuntes era muy apreciado por muchos de mis compañeros, porque tendía a apuntar prácticamente todo, con una letra nada bonita, pero razonablemente inteligible. Un paseo por la biblioteca de la universidad me permitía ver mis apuntes fotocopiados y subrayados en todos los colores imaginables. Terminada la universidad, dejé de escribir a mano. Hoy me costaría muchísimo tomar más de unas líneas: cuando lo he intentado, me ha resultado incomodísimo. Para cualquier tarea de escritura que implique un mínimo de creatividad, escribir a mano es completamente implanteable: mi forma de escribir actual recurre tanto a la vuelta atrás, a la sustitución o al replanteamiento de la estructura de lo que quiero expresar, que un modelo en el que cada pensamiento se plasme de manera irreversible en un papel resulta, además de arcaico, directamente absurdo. Si tengo que tomar unas notas en una reunión, lo último en lo que pienso es en utilizar un papel y un lápiz: lo primero que se me ocurre es sacar mi smartphone. En mi labor como profesor, me limito a escribir algunas palabras aisladas en una pizarra en la que añoro un teclado y un ratón, y cada vez que lo hago – por lo general, muy pocas – mis alumnos entienden perfectamente por qué no me gusta hacerlo. Mi visión en este tema es completamente radical: de la misma manera que llevo años abogando por la desaparición total y absoluta del papel y si tuviese una empresa apostaría por prohibirlo, vería bien que la escritura a mano pasase a ser considerada algo del pasado.
Escribir a mano resulta decididamente poco práctico y cada vez menos habitual, firmar es un método de autenticación débil y absurdo, y el bolígrafo o la pluma son cada vez más un artefacto menos práctico. ¿Estamos preparados como sociedad para anunciar el fin de la escritura a mano, o surgirán legiones de nostálgicos planteándose cuestiones como el romanticismo, la preservación de un bien cultural – como si la escritura cuneiforme fuese una habilidad remotamente interesante para alguien – o como el qué vamos a hacer es ese cada vez más improbable y absurdo momento en el que no tengamos acceso a un smartphone o a un teclado?
miércoles, 24 de diciembre de 2014
Que son las tecnicas de estudio
El fracaso en el estudio, en gran parte, es debido a que el alumno no sabe estudiar, ni le han enseñado.
El aprendizaje depende del estudio y no sólo es importante cuánto se estudia, también cómo se estudia. El punto crucial es aprender a aprender, y se aprende gracias a estrategias y técnicas, es decir un procedimiento para favorecer la tarea del estudio.
Las técnicas de estudio son un conjunto de herramientas, fundamentalmente lógicas, que ayudan a mejorar el rendimiento y facilitan el proceso de memorización y estudio.
Las técnicas y hábitos de estudio están basados y diseñados para corregir y mejorar el estudio.
Hoy en día los estudiantes tienen la opción de mejorar su rendimiento con normas, trucos, técnicas o recetas de estudio que puedan optimizar claramente los resultados y ayuden a comprender mejor los contenidos que se les ofrece.
Cualquier trabajador en su actividad diaria utiliza una serie de hábitos y técnicas que le facilitan conseguir sus objetivos y mejorar sus resultados. Tú eres un trabajador con una meta: aprender. Para ello asistes a clase, atiendes a los profesores, realizas ejercicios y estudias.
Como cualquier trabajador, es necesario que conozcas y domines las técnicas propias de tu profesión de estudiante, las llamadas técnicas de estudio, que facilitarán tu labor economizando esfuerzo, tiempo y mejorando, en definitiva, tu rendimiento.
Es de gran importancia tener una buena planificación de los estudios, así como estudiar de forma estructurada para así, conseguir mejores resultados en los estudios.
Practicar una correcta metodología de estudio es una de las claves para conseguir el éxito en el estudio de cualquier materia, por muy difícil que parezca. Aparte de conseguir un tiempo de estudio efectivo y constante, supone sacar el mayor partido al tiempo del que se dispone para rentabilizar esfuerzos y aumentar tu seguridad.
El método que utilicemos a la hora de estudiar tiene una importancia decisiva, ya que los contenidos a estudiar, por sí solo no provocan un estudio eficaz, a no ser que apliquemos un buen método que nos facilite su comprensión, asimilación y puesta en práctica.
El método que aquí os propongo consta de siete fases:
1. Prelectura: es ese primer vistazo que se le da a un tema para hacernos una primera idea del texto o tema.
2. Lectura comprensiva: consiste en leer de forma detallada el texto, párrafo a párrafo, anotando al margen la idea principal de cada uno de ellos.
3. Notas al margen: son las palabras que escribimos a los lados del texto, expresando las ideas principales de cada párrafo con nuestras propias palabras.
4. Subrayado: consiste en marcar aquellas palabras que contengan la idea principal y las secundarias del texto.
5. Esquema: organiza todas las ideas identificadas en la fase anterior, de forma ordenada y estructurada.
6. Resumen: es una síntesis de lo leído y subrayado, con nuestras propias palabras.
7. Memorización: consiste en mantener en nuestra memoria lo que estamos aprendiendo, relacionándolo con nuestros conocimientos previos.
martes, 23 de diciembre de 2014
Acoso escolar
Hace un par de semanas cuando me dirigia a la UGEL 06 me encontre con una amiga y profesora de secundaria de la I.E. INEI 46 de Vitarte, ella me pasó un libro relativo al acoso escolar o bullying. Es muy fácil de leer, tiene pocas páginas, y creo que refleja de forma clara en qué consisten este tipo de procesos, cómo se vive por la parte de la víctima, del agresor y del entorno de escolar y de amigos. Se trata de “Eskoria”, de Alberto Gómez Cerdá, y recomiendo su lectura, sobre todo, a padres y profesores de adolescentes y, por supuesto, a los propios adolescentes. Hoy he decidido escribir sobre este tema, que me parece de vital importancia en la sociedad actual, donde las cifras apuntan a que el acoso escolar es una práctica cada vez más extendida, y que más niños sufren en la soledad.
Tú no eres culpable de nada, Tienes derecho a ser diferente, Tú no tienes que hacer frente a esta situación solo, Tienes que ser valiente y enfrentarte de una vez a la situación. Si alguien te está haciendo daño y estás sufriendo, acude a un adulto: tus padres, y también tus profesores. Si no te atreves, empieza por contárselo a alguien de tu edad, alguien que pueda entenderte y ayudarte. Habla con quien ha visto las agresiones, para que te apoye. Haz que al adulto le quede claro que esa situación te afecta profundamente. Si sientes que no puedes hablar, que no te atreves, escríbelo y envíalo a alguien en quien confíes. Pero, sobre todo, tienes que saber que no estás solo, que siempre hay una salida, y que debes seguir luchando. No dejes que ganen, porque de esa forma, todos perdemos.
A los agresores les recomendaria que No hagan a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. A nadie le gusta que le tiren cosas o se rían de él. No lo hagas. El hecho de que alguien no te caiga bien no implica que utilices la violencia de ningún tipo. No excluyas a nadie de tus actividades, trata de entender cómo te sentirás tú si te excluyeran. No digas mentiras sobre otros, no difundas rumores. Si tienes conflictos, resuélvelos sin violencia. También es acoso herir con palabras, con insultos, haciendo que se sienta solo y mal. Aunque creas que eres el líder, ¿tienes amigos que te quieren? ¿O quizás sólo te temen? Si utilizas la violencia, ella te acabará utilizando a ti. La violencia no para: nunca será suficiente, engendrará más y más violencia, y puede que termine arruinando tu vida y tu futuro.
A los que observan actos de acoso escolar deben de actúar. Si consientes el maltrato, eres cómplice de los maltratadores. Si acudes a un adulto no eres un chismoso, sino alguien que hace lo correcto. No son bromas. En las bromas nos reímos todos con todos. No todos de uno. Haz que la víctima se lo cuente a un adulto. Ve con él si es necesario. Si no se atreve, pide ayuda en su nombre. No te justifiques, no son “cosas entre nosotros”. Recuerda que con el silencio y la pasividad estás alentando a los agresores. La unión hace la fuerza. Involucra a amigos, profesores, padres…. Ayuda al que lo necesite, y cuando tú necesites ayuda, alguien te ayudará.
Estos consejos deberían estar presentes en las paredes de las aulas de todos los colegios.
¿Porque los niños van a las escuelas?
Esta es una pregunta que en primera instancia, tiene una respuesta inmediata, claro, de mi parte y como adulto puedo responder diciendo que los niños van a la escuela porque deben o necesitan aprender ¿Aprender qué? También puedo responder diciendo que los niños requieren socializar, interactuar y aprender a convivir entre sus pares y con los adultos ¿Convivir de qué manera? O porque en la vida de toda persona requiere de la experiencia de vida y la escuela es una oportunidad controlada que durante catorce años le ofrece esa experiencia de vida ¿Qué tipo de experiencia? Si le preguntamos a nuestros estudiantes ¿por que vas a la escuela? cuál será o serán sus respuestas. Muchos de nuestros estudiantes no manejan una respuesta elaborada, sino una respuesta estereotipada como: "venimos a la escuela porque debemos aprender". Los estudiantes que son adolescentes responden menos estereotipadamente, diciendo: "no sé por qué vengo a la escuela" o "voy a la escuela porque me han mandado mis padres" y algunos lo proyectarán al futuro diciendo "voy a la escuela por que quiero ser un profesional o porque deseo estudiar en la universidad". Es muy probable que ellos, los estudiantes, si tengan una razón clara, válida o no, del por qué van a la escuela, pero lo que es muy difícil de comprobar, es si esas razones son las mismas que tenemos nosotros los adultos para convocarlos o para obligarlos a asistir.
Me animaría a afirmar que no son las mismas razones. ¿Qué le ofrecemos a nuestros niños y adolescentes en las escuelas? Lo más común, es que cuando ellos llegan a la escuela queden sometidos a una estructura, a un sistema de normas, de contenidos y de intenciones pedagógicas que son impuestas "por su bien" y que muchas veces, ni siquiera son inducidos, motivados a asumir dichas estructuras. Con notables excepciones, existen propuestas pedagógicas que estableciendo un criterio de respeto a la persona del estudiante, lo van induciendo y van generando mecanismos de participación e integración para que las intenciones pedagógicas nazcan de un consenso o de un involucramiento y de una identificación progresiva. Caso contrario, nuestros estudiantes quedan únicamente sometidos a voluntades ajenas a sus expectativas, intereses y características propias de su edad. Qué delicado resulta, asumir la responsabilidad de tantas vidas, de tantas expectativas con la finalidad de formarlos y de educarlos. Considero que no es una opinión tan desatinada, si propongo propiciar y ampliar el diálogo natural y democrático con nuestros estudiantes y construir propósitos e intenciones pedagógicas en un marco de entendimiento. La convivencia, los aprendizajes, las normas y las expectativas quedarían explícitas producto de esta construcción con sentido amplio. En breve plazo, seguro obtendríamos respuestas coherentes en maestros y estudiantes al encontrar razones válidas, conscientes y plenamente identificadas para responder ¿Por qué van nuestros estudiantes a la escuela?
La importancia de la familia en la formación de la persona humana
La humanización de la familia fortalece la humanización del trabajo. Los valores que denominamos humanos son los únicos que en su uso frecuente, que en su apropiación voluntaria, nos hace cada día más humanos, nos hace más personas humanas.
Conversando con mi colega y gran psicologa Marcia Orosco sobre la familia y su importancia en la sociedad, me respondió a estas cinco preguntas que le hice.
¿Son nuestras familias un espacio en donde se vive y se aprenden los valores humanos a lo largo y durante la convivencia?
Considero que la respuesta es obvia. Si. Eso nos hace a cada uno de nosotros que provenimos de una familia humana y además cristiana, en portadores y defensores de valores humanos. Defensa, difusión y vivencia de valores humanos en todos y cada uno de los ámbitos en donde nos desenvolvemos y en donde ejercemos nuestros roles sociales. Lo afirmado anteriormente, coloca a la familia en un rol sumamente importante y además le coloca la gran responsabilidad, y agregaría, en la obligación imperativa, de formar a sus integrantes en una sólida convicción para la vivencia de valores humanos. En cada decisión que se toma en casa, hacemos uso de un conjunto de valoraciones, en otras palabras, utilizamos como criterio de elección o decisión uno o varios valores.
¿Cuáles son los valores que determinan frecuentemente nuestras decisiones cotidianas?
Cuando los padres o los hijos toman una decisión o hacen una elección, se hace uso de criterios valorativos. En la literatura encontramos valores tales como estéticos, económicos, políticos, religiosos y también humanos (éticos o universales). Por ejemplo, si como padres decidimos cambiar un trabajo por otro, utilizando como criterio principal el económico, quiere decir que estamos privilegiando el valor económico (mejor sueldo) por encima de otros valores. Naturalmente, el dinero produce efectos de bienestar, pero fundamentalmente, de bienestar material. Todos deseamos estar bien y que nuestra familia esté bien, pero el énfasis, incómodo en esta reflexión, es un énfasis material. Es una elección personal, y no se pretende juzgar a nadie, pero si hacer la reflexión, sobre el uso de loa valores que humanizan y aquellos que cumplen otras finalidades, pero no humanizantes. Ciertamente, podríamos argumentar a favor de una decisión como la mencionada, sin embargo, el ejemplo busca, hacer un alto en lo cotidiano.
¿El dinero es importante?
Claro que lo es. Pero, analicemos nuestros comportamientos. En el ejemplo, debemos también sopesar si pasamos de una situación laboral injusta, humillante, indignante, inhuma a otra justa, dignificante, humanizante. Vale decir, sino es el dinero lo que determina nuestra decisión, sino que son las ponderaciones valorativas humanas las empleamos para tomar una decisión humanizante. Cuando uno de nuestros hijos, en tiempos de hacer una elección profesional y optar por una carrera, su decisión se orienta por ponderaciones, en donde se emplean criterios valorativos vinculados a la ubicación social de la profesión, y a la posibilidad de mayor acceso económico que ofrece la carrera, lo que ellos están haciendo, es colocar mayor énfasis en valores vinculados a lo utilitario y económico de una profesión. Mientras por un lado, deseamos formar a nuestras familias en valores humanos y cristianos, por otro lado, nuestras decisiones cotidianas, se sustentan principalmente sobre valores que no son precisamente humanos, sino de otra índole.
¿Cómo podemos decirnos que somos humanos, si los valores que nos definen como tales, son empleados en segunda mano y pocas veces en primer lugar, mientras que los llamados económicos, utilitarios o estéticos, entre otros, son colocados con ciertos énfasis en nuestras decisiones?
Vivir los valores humanos, sin duda, es una de las tareas más difíciles. No obstante, el uso de valores humanos, son la única reserva que permite que seamos definidos como tales. Todos somos personas, pero no todos somos humanos. Existen personas con muy poca calidad humana y también las hay con mucha calidad humana.
¿Qué distingue una de otras?
Sencillamente el uso de los valores. Solo aquellas que en su vida, en sus decisiones, en sus criterios, en sus elecciones emplean como criterio principal los valores humanos, serán de una mayor calidad humana, y aquellos que en sus decisiones emplean muy poco o casi nunca los valores humanos, serán definidos como poco humanos. Siempre la elección es nuestra. Nadie puede decidir sobre nosotros, solo nosotros podemos tomar nuestras propias decisiones, aunque muchas veces sean dolorosas, pero humanas.