domingo, 31 de enero de 2016

PISA distorsiona la Educación

Como ocurre con los monopolios  en la economía, que fijan precios, estándares y condiciones al mercado, del mismo modo las pruebas PISA, con el fuerte respaldo de la OECD, han marcado una  existencia monopólica de pruebas internacionales  en  el limitado mercado de pruebas mundiales,  opacando o anulando la emergencia de cualquier otra prueba o criterios para calificar la calidad de la educación de los diversos países del mundo. Con ello sus mentores se  convierten en los superministros de educación del mundo.  Ellos definieron qué hay que evaluar  con preguntas que tienen respuestas pre establecidas sobre ciertas competencias de matemáticas, lectura y ciencias  para los escolares de 15 años de los países participantes. Con esas preguntas y sus rankings de resultados han forzado a todos los sistemas educativos del mundo a alinearse con sus conceptos y modelos de pruebas.  ¿Por qué esas áreas? Porque son las que tradicionalmente se han considerado habilidades duras y son las más fáciles de evaluar en pruebas de opciones múltiples en las que hay que escoger la respuesta  “correcta” entre las propuestas por el evaluador, mostrándose impermeables  a la renovación de los criterios de evaluación educativa más relevantes para nuestros tiempos. Las pruebas PISA están inspiradas en la creencia de que un joven  de 15 años que logra un pensamiento complejo en lectura, matemáticas o ciencias de acuerdo al currículo europeo vigente puede darse por bien educado. Es decir, tiene las mejores oportunidades de éxito en la educación superior y lo que sigue después. Tomados como conjunto, las sociedades cuyos alumnos tienen ese desempeño son las que se consideran que educan bien a sus jóvenes. Pero, ¿es realmente así? Corea del Sur y China tienen buenos resultados en PISA pero su educación es tortuosa y sus logros en educación superior solamente consideran a los jóvenes que pasan por el difícil filtro meritocrático de los exámenes de ingreso a las universidades, con tasas de un ingresante por cada 50 o más postulantes.  Estados Unidos e Israel califican a media tabla en PISA pero son los líderes mundiales en el desarrollo de tecnología, patentes y emprendimientos (start ups), en un mundo en el que los jóvenes deben ser capaces de crear su propio empleo más que esperar que otros se los den, porque eso los condena a ser trabajadores temporales, discontinuos, sujetos a los vaivenes del mercado que se informatiza y automatiza, y sin garantía de buena remuneración. Por otro lado, el mundo empresarial se queja cada vez más de la falta de preparación de los estudiantes universitarios y profesionales por la carencia de las habilidades blandas, habilidades  espaciales, sociales y creatividad que PISA no evalúa. En cambio, las que evalúa son cada vez menos relevantes.  

ESTÁNDAR y JERARQUÍA 
Uno de los más grandes contribuyentes a la revisión del pensamiento educativo de estos tiempos  es el psicólogo Howard Gardner de la Universidad de Harvard, quien formuló la ahora universalmente aceptada teoría de las inteligencias múltiples. Sostiene  que cada persona tiene ocho inteligencias o habilidades cognoscitivas semiautónomas que trabajan juntas pero que se desarrollan de distinta manera  e intensidad en cada estudiante,  dependiendo de su carga genética y del contexto cultural en el que se educa.   Ellas son la inteligencia lingüística, lógica-matemática, corporal y cinética, visual y espacial, musical, naturalista, interpersonal  o inteligencia social, y la inteligencia intrapersonal. (Gardner  estuvo pensando en incluir una novena inteligencia que denominaría “existencial” referida al dominio de los asuntos religiosos, espirituales y trascendentes de la vida) Las pruebas PISA solamente evalúan los aprendizajes basados en dos de las ocho inteligencias (la lingüística y la lógico matemática y parcialmente la naturalista) dejando fuera todas las otras, descalificando con ello a todo aquél que puede tener una bajo nivel de desarrollo intelectual en matemáticas o lengua, pero alto o muy alto en las otras seis inteligencias.  Los psicólogos e innovadores educativos señalan reiteradamente, basados en la investigación en pedagogía, sicología del aprendizaje y neurociencias, que el pensamiento divergente es mucho más potente que el lineal de ruta única que plantea la escuela tradicional, y que la capacidad de investigar, plantear teorías y preguntas relevantes es más importante que la de responder a preguntas cerradas hechas por los examinadores. Las pruebas “para escoger una de las respuestas pre establecidas” son mucho más cerradas que las evaluaciones continuas que se hace de los estudiantes a lo largo de su proceso de aprendizaje. Cuando hace unos años vino de visita a Lima Andreas Schleicher, director de PISA, en un panel académico le pregunté “supongamos reunimos en un salón a Beethoven, Picasso, Freud, Shakespeare, Elton Johns, Konrad Adenauer, Maradona, el Papa Juan Pablo II, ¿qué  resultado obtendrían en las pruebas de matemáticas, lengua y ciencias y como predeciría eso su desempeño futuro? Todos ellos han sido geniales en sus áreas de talento, pero difícilmente  aprobarían las pruebas PISA en las tres áreas. La respuesta obviamente era que posiblemente no las aprobarían, pero su presunción era que tomada en conjunto toda la población que rinde las pruebas, el promedio del desempeño de los alumnos en las tres áreas sí sería un buen indicador y predictor del éxito educativo.  Creo que todos los interesados en estos temas deben tomar con cautela los aportes de PISA y tomar nota que lo que nos enseña el mundo educativo de avanzada y el mercado laboral y empresarial apunta más bien en la siguiente dirección:    1)Le va mejor a las personas que cultivan sus habilidades y competencias más que a las que se  obsesionan con los recorridos universitarios y los títulos académicos.

2)Las habilidades cognitivas duras clásicas más examinadas no son tan importantes ya para las empresas. Más importantes ahora son las habilidades blandas, sociales y creativas. 

3)Tiene ventajas desarrollar un pensamiento crítico, cuestionar lo establecido, diferenciar entre realidad, ficción y opinión, ser aprendices independientes, saber cómo averiguar las cosas por sí mismos, colaborar, ayudarse. 

4)Más que continuar o mejorar lo ya establecido es ventajoso prepararse para lidiar con los cambios, con un futuro incierto sobre el que no tenemos control. Aprender a investigar lo desconocido más que lo conocido. En eso las habilidades blandas son más potentes que las duras En suma, hay que tener cuidado con sacralizar los informes de las pruebas PISA, que es la bandera usada por la OECD para la evaluación comparativa de los sistemas educativos basada en el credo  sobre el valor de tener estándares universales uniformes y la rendición de cuentas en relación a ellos. En los hechos tiene efectos secundarios muy problemáticos como la jerarquización de los países, la depresión de los educadores de los países que salen con malos puntajes, la erosión de la  legitimidad social de la formación escolar, y la fuerte tendencia a orientar el currículo y los quehaceres pedagógicos en función de las pruebas PISA (cuando en realidad ellas solo abarcan un pequeño porcentaje de lo que se espera que los jóvenes aprendan en la escuela).  Además, como sólo se  evalúan algunas capacidades cognitivas, dejan fuera otras capacidades que son esenciales para el desarrollo personal y social de los jóvenes. 

AUTOCRÍTICA
Aunque siempre he sido escéptico respecto al valor de la evaluación de los aprendizajes y  capacidades de los alumnos usando pruebas de lápiz y papel  o algún software para marcar, (y a partir de ellas hacer la predicción de sus posibilidades futuras), debo reconocer autocríticamente que en varias oportunidades me he dejado llevar por el uso de las pruebas PISA como un potente  referente para explicar el nivel educativo en el que se encuentra un país. No es que la educación peruana no esté languideciendo como se desprende también de PISA, pero las razones para ello y las opciones para replantear su ruta hacia la excelencia  no pasan por el simple expediente de apuntalar las áreas que miden las pruebas PISA. Formar personas  conscientes de sus fortalezas y limitaciones, capaces de ser buenos ciudadanos, estudiantes competentes y profesionales innovadores y apasionados con sus quehaceres,  supone un conjunto de ingredientes formativos mucho más amplio y diverso que el que plantea las pruebas PISA. 

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