sábado, 23 de enero de 2016

Manual para no odiar el colegio

Hoy domingo tuve una charla muy agradable con mi colega y directora de la I.E.P. San Francisco de Asis de Chaclacayo Lic. Rosa Gutierrez Perez, en mi residencia en Chosica.  Ella estudio en la PUCP, en la facultad de Educación.
¿Cuáles son los principales errores e incoherencias de la educación escolar tradicional?
Que los alumnos aprendan las disciplinas como si estuvieran en la universidad: literatura, física, química. Compartimentos estancos. Los problemas de la vida no se presentan segmentados, sino integrados. El problema del agua en el mundo, por ejemplo, tiene dimensiones sociales, políticas, químicas. Si cada asignatura estudia el tema por separado, no se verían aspectos como los conflictos mineros, las futuras guerras en búsqueda del agua, el costo del agua en zonas marginales: los elementos que le dan contexto y forma a un tema desaparecen cuando se le convierte en tema de un curso e impide que el alumno lo use para algo distinto que para responder a un examen.

Es decir, todo lo que tiene que ver con su quehacer cotidiano no lo puede responder a pesar de que pasó 20 mil horas en el colegio. Es una cifra diabólica para no saber nada.
El alumno después de 20 mil horas en el colegio, si le preguntan cuáles son las precauciones para no contagiarse del cólera no tiene idea, porque la educación del siglo XX no se ha preocupado porque el alumno razone, interactúe con los problemas del presente y del futuro. Brindan educación del siglo XIX con aparatos del siglo XXI: proyectores, pizarras electrónicas, tablets. Si pregunta a los profesores de las universidades más reputadas de nuestro pais que recogen alumnos de los colegios más reconocidos qué opinan de los chicos que llegan de las escuelas, le van a decir que no razonan, no contextualizan, no comprenden los textos. Y lo peor es que las universidades no transforman esto, porque cuando le pregunta a un empleador cuáles son las carencias de los egresados de las universidades, le hacen exactamente la misma lista: no proponen soluciones, les falta autonomía, se asustan frente a la autoridad, es decir, todo lo que podría encontrar en primero de primaria. Si tomamos como ejemplo el exitoso caso finlandés en materia educativa, ahí los maestros tienen el mismo estatus que un médico o un abogado. Si en Japón, Alemania o Finlandia el profesor es el profesional mejor pagado en el mercado es porque el Estado ha decidido que ese es el estatus que debe tener y va a permitir que la gente más brillante quiera ser profesor.

Se ha referido en alguna oportunidad a los avances de la neurociencia y su implicancia en la educación.
La neurociencia muestra que los alumnos con miedo a las matemáticas activan los mismos núcleos cerebrales que produce enfrentarse a una serpiente venenosa: parálisis, angustia, frustración. Hay que bajar el estrés de estos alumnos en lugar de presionarlos. Ahora cuando una persona está muy estresada, su circuito de aprendizaje se debilita, hay que hacer que la educación sea más entretenida, afectuosa.

Sobre el espinoso tema de las evaluaciones de ingreso a los colegios. ¿Es una aberración el estrés al que someten a los niños?
Hay diferencia entre evaluar un niño porque quiero conocerlo y entre evaluarlo para decidir si es apto o no. Esto último es lo que se hace. Por eso, conocer a los niños anticipadamente ayuda a hacer conformaciones de salones equilibradas, que es muy distinto de decir que si un niño no califica a ciertos estándares se le bota. Creo en la inclusión, y esto implica reconocer que todos los niños son diferentes, y que todos deben tener las mismas posibilidades de ser incorporados a un colegio y aprender. En el Perú se comete el error de creer que inclusión es un tema vinculado a niños con síndrome de Down o autismo, inclusión también tiene que ver con el niño hiperactivo y el tímido, con el extrovertido y el introvertido, con el agredido y el agresor.

¿Cuál debe ser el rol de los padres en la educación?
Hay un axioma: si padres y profesores conversan, ganan los hijos. Uno de los errores de los padres es creer que saben tanto o más que los profesores sobre educación, y creer que pueden ser profesores particulares en casa, así sean expertos en los temas que sus hijos están aprendiendo. Lo único que tienen que hacer es asegurarse de que el niño esté organizado y tenga el tiempo y lugar para hacer sus tareas. Estamos hablando de autonomía. Los padres pueden acompañar, facilitar, conversar. Y si al conversar con su hijo se molesta, mejor que se aleje.

¿Y cuáles diría que fueron los principales aciertos de su propia educación escolar?
Despertaron en mí la vocación por las ciencias y las matemáticas, y el afecto inteligente de ciertos profesores que en su conversación no solo te despiertan la necesidad de razonar, sino que sientes la empatía de quien está interesado en que entiendas lo que te están diciendo.

¿Y el peor error?
Primero: que no me incentivaron la sensibilidad por el arte. Ya como educador he descubierto el poder enorme del arte como elemento transversal en la formación. Y el otro: el profundo rechazo que sentía por la biología porque tenía un profesor de la época de las cavernas: memorístico, enciclopédico. Siempre he sentido el deseo de entender las cosas, articularlas. Y de ahí mi vocación porque los alumnos en lugar de odiar los cursos, los disfruten. La diferencia no está en los contenidos, sino en cómo se aborden. De qué me sirve saber las partes del corazón si al ver una noticia sobre la muerte súbita de un atleta soy incapaz de dar una explicación ante eso.

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