Siempre lo he dicho y lo seguiré diciendo: Un maestro que no predica con el ejemplo, no es maestro; un maestro que no tiene iniciativa ni creatividad, no es maestro; un maestro que no se identifica con su profesión ni institución donde trabaja, no es maestro; un maestro que no practica, no se actualiza, no lee cotidianamente, no produce intelectualmente, no es maestro; un maestro que no aspira a ser un líder, no es maestro; un maestro que no sueña hacer lo imposible en posible, no es maestro; un maestro que piensa que la profesión es sólo para ganar dinero seguro y no para servir de todo corazón, no es maestro.
Maestro es aquel que trabaja consciente de su trabajo sin pedir nada a cambio; maestro es aquel que practica los valores; maestro es aquel que dice: para mí todo es fácil, todo es sencillo, nada es difícil, nada es imposible; mi profesión es la mejor de todas, y por eso me siento orgulloso y reconocido ante la sociedad. Yo he estudiado por vocación y no para ser rico. Los profesores somos eternos aprendices, nunca debemos olvidarnos.
El maestro es un profesional de primer orden, es el primer ciudadano de la nación, es constructor de la nacionalidad, es paradigma de hombre, es palanca de desarrollo de los pueblos, es la luz que ilumina el progreso, es el faro que ilumina conciencias y pensamientos; todo esto a pesar que se le exige mucho y, en cambio, es muy poco lo que se le da. A pesar de todo, tenemos que transformar a los hombres, para que los hombres transformen la sociedad. Es de conocimiento de todos los peruanos que el fruto de su trabajo no se ve al momento, sino luego de muchos años. Sino preguntémosle a los Padres de la Patria, al Ministro de Educación, a los Presidentes Regionales, al Presidente de la República, ¿gracias a quiénes han llegado a ser profesionales?
Pienso yo, que la única profesión digna, honorable, ejemplar, donde se imparte todos los valores, sin excepción, es la del maestro. Todo, todo lo que existe es gracias a un maestro. Jesucristo fue un Maestro.
Hoy en día, los padres de familia deben tener mucho cuidado en seleccionar los colegios para sus hijos. No se trata sólo de infraestructura, de publicidad o de competencias, sino también hay que ver la parte humana; es decir, los responsables de los destinos de nuestros hijos: los maestros, quienes vienen a ser los segundos padres de los alumnos. Por lo tanto, deben tener una formación y trayectoria intachable. En muchos colegios particulares no se tiene en cuenta la formación académica ni la parte humana del maestro, se tiene en cuenta su salario, cuánto va a ganar mensualmente. En función al sueldo contratan a sus profesores.
Muchos profesores que trabajan en colegios estatales, también prestan sus servicios en particulares, incluido la universidad. La pregunta es: ¿por qué en los colegios particulares se trabaja mejor? ¿Acaso en los colegios particulares pagan más que en los estatales? Absolutamente que no. Es que en un colegio privado te exigen más, te supervisan, te descuentan, te despiden con facilidad. En un colegio estatal, tus derechos te amparan. Por eso, muchas veces el docente cae en el conformismo y la rutina.
En cualquier circunstancia, el profesor, docente o maestro debe asumir humildemente el rol de servidor público, con mística y dignidad, pero no el de sirviente ni de servil de políticos ni de mafias. Su dignidad de hombre y su prestancia profesional deben deslumbrar por sobre el arribismo o el acomodo.
Hoy en día, se viene “capacitando” a los maestros para luego ser evaluados. En esta capacitación experimental, no se ha tomado en cuenta la calidad expositiva o de enseñanza, es decir, muchos “capacitadores” no tienen el perfil real para desempeñarse en dichos cargos. Esta es una muestra más que este gobierno no toma con seriedad y responsabilidad la justa preparación y/o actualización de los docentes, a pesar que no se cansa de decir en los medios de comunicación que EL PAÍS AVANZA, avanza para los ricos para que sean más ricos y avanza para que los pobres sean más pobres. El Presidente de todos los peruanos prefiere cumplir los mandatos del FMI y del BM. “Los gobiernos neoliberales y derechistas son el cáncer social que destruye la mística y dignidad del magisterio y el derecho a la mejor educación de los hombres y de los pueblos”.
Nuestra educación está en crisis, y lo seguirá estando, mientras los gobiernos de turno no asuman con responsabilidad un Proyecto Educativo Nacional, acorde a los intereses y demandas del Magisterio, así como a las necesidades de los educandos.
Para mejorar la educación nacional y contribuir al desarrollo del país, se tiene que hacer una verdadera Transformación Nacional, empezando por renovar nuestro viejo y experimental sistema educativo. Necesitamos verdaderos proyectos educativos acordes a nuestra realidad económica, política y social.
Hoy en día, también las universidades estatales han perdido su verdadero rol ante la sociedad, ya no forman profesores con excelencia, sino forman Licenciados conformistas y academicistas, muestra de ello es lo que viene sucediendo en nuestra alma máter “José F. Sánchez Carrión”, donde no sobresale la calidad sino impera la corrupción y la mediocridad. No hay alumnos líderes sino alumnos conformistas, que venden sus conciencias. De parte de los “catedráticos” no hay un gesto digno, heroico sino más bien hay de parte de ellos una politiquería barata, un chantaje con sus alumnos y un negociado con las notas.
Sabemos que hay una mafia imperante en nuestra primera casa superior de estudios, lamentablemente, somos muy benignos y testigos de todas las cosas malas que reina en su interior. Tenemos que unirnos: alumnos, egresados, padres de familia, autoridades, la sociedad civil, todos quienes somos testigos y conscientes de lo que viene pasando, para de esta manera erradicar la CORRUPCIÓN.
En la actualidad, no siempre las maestrías ni doctorados garantiza eficiencia e idoneidad, no todos los magísteres y doctores en educación garantizan una educación de calidad. Muchos docentes sólo estudian para contar con estudios concluidos o el grado en algunos casos, pero en la práctica o en los hechos dejan mucho que desear; por eso, más que doctores y magísteres se necesita hombres formados integralmente.
Los maestros como hombres y profesionales tienen también derechos, no exclusivamente deberes. Esa doble facultad que tienen hace que reclamar un derecho como lo hacen, a través de manifestaciones, no es inmoral. Poco digno de maestro es permanecer indiferente ante los abusos de cualquier autoridad. Inmoral es predicar de boca para afuera: justicia, libertad, democracia, responsabilidad, sacrificio... o no luchar por su consecución.
Lamentablemente, hoy en día, en el SUTEP carecemos de dirigentes líderes, quienes integran los comités ejecutivos distritales, provinciales, regionales y nacional. En su mayoría tienen antecedentes negativos que dejan mucho que desear ante las bases y causando un malestar en el profesorado.
Otras de las debilidades en el sector educativo es la administración educativa, la cual debe dejar de ser burocrática, papeluchera, morosa, inicua e ineficiente, para pasar a demostrar eficacia, eficiencia y efectividad. Para ello, se debe terminar con los cargos de confianza, evaluando rigurosamente a quienes aspiran ocupar el cargo, previa revisión de su currículo y trayectoria profesional.
Muchos funcionarios no quieren admitir que su comportamiento administrativo prepotente, corrupto, caprichoso e impositivo obstaculiza el logro de los propósitos de la administración. Lamentablemente, más que para servir, están en el oficio o aceptan el cargo para servirse de él. Por el cargo que desempeñan, se creen merecedores de reverencias y privilegios, se muestran exigentes en ser respetados, pero ellos no respetan a nadie.
La moralización y ética profesional deben ser el meollo de una administración moderna. La moralización es un reto social, debemos ser justos y equitativos, reconociendo méritos y sancionando faltas. De una vez por todas tienen que terminar la relación amical, el compadrazgo y el clientelaje político.
La educación del siglo XXI o del III milenio requiere de una educación de excelencia y ésta de un profesorado de excelencia. Pero la excelencia cuesta. El haber del profesor no debe considerar únicamente el número de horas de permanencia en la clase, debe ser el resultado de la justa comprensión de su trabajo en la escuela y fuera de ella, de su renovación constante de cultura y de su responsabilidad social.
El profesor gana un sueldo sólo para sobrevivir y no para actualizarse o capacitarse permanentemente. Entonces es deber del estado capacitar a sus maestros, luego puede evaluarlos.
Hoy en día, los maestros ya no debemos hacer el simple papel de transmisores de conocimientos, sino debemos enseñarles a nuestros alumnos a practicar los verdaderos principios educacionales:
Aprender a ser (ejemplos de vida, pensadores y críticos); aprender a hacer (creativos e investigadores); aprender a aprender (habilidad, iniciativa y valor para afrontar sus cosas); aprender a conocer (identificación) y aprender a vivir juntos (solidaridad). “La creatividad y el pensamiento nuevo son las armas para combatir la rutina y el conformismo”. La inteligencia es el camino para salir de la pobreza. La mejor inversión es la inversión en el cerebro. Es en el cerebro donde tenemos que sembrar la riqueza e invertir nuestro capital.
Porque al nuevo educador le corresponde la tarea ingente y honrosa de transformar nuestra nación, conviene que medite en profundidad su situación actual y las posibilidades de su futuro. “El maestro tiene que educar de modo crítico, creativo, cooperativo y comprometido con la transformación del orden socioeconómico. Debe asumir el fomento de la educación para todos y consecuentemente rechazar, con mayor rigor, la discriminación y la soberbia de la aristocracia del dinero y/o del poder político”.
El magisterio y la educación tienen que estar más cerca de la comunidad, que de los gobernantes, para ver más claro el camino del presente y del futuro. El eje de los cambios, que debe producir excelencia en la educación, es el maestro, mucho más que el currículo. Por completo y coherente que éste sea, si no es manejado por un maestro renovado y renovador, quedará sólo en intenciones. A un buen maestro, bien preparado, bien actualizado, investigador por excelencia, nadie puede ni podrá sustituirlo, ni con una computadora ni con aulas electrónicas.
Finalmente debo mencionar unas cuantas interrogantes de reflexión:
- ¿El magisterio peruano debe aceptar las demagogias de los gobiernos de turno o cómo debe reaccionar?
- ¿Qué propósito tendrá el SUTEP para dignificar al magisterio?
- ¿Cómo debe ser el perfil real del docente del siglo XXI y cómo debe lograrse?
- ¿Cuándo llegará “al poder” un verdadero maestro de vocación que proponga un cambio radical o una revolución en el sector educación?
- ¿Hasta cuando seguirán existiendo los cargos de confianza en el sector educación, para de esta manera terminar con los favores políticos?
- ¿En el sector educación hace falta una moralización en todas sus instancias, por qué?
- ¿La reforma de la educación por parte del Ministerio de Educación será un éxito o un fracaso? Los maestros tienen la palabra.
¿Con una hora más en el horario escolar y con los feriados largos que propone el gobierno se logrará un mejor aprendizaje en nuestros alumnos? Los padres de familia tienen la palabra.
- ¿Con las capacitaciones y evaluaciones a los docentes, por parte del gobierno y el Ministerio de Educación, y con el tercio superior discriminatorio se logrará una educación de calidad? Los Maestros, padres de familia y alumnos tienen la palabra.
- ¿Los maestros estamos preparados para el cambio o siempre seguiremos aceptando imposiciones, mediocridades u experimentos en nuestro sector?
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