Después de tres años y medio, la política gubernamental en educación muestra escasos resultados. Se puede mencionar Beca 18 en el marco del Programa Nacional de Becas, el aumento de la cobertura para los niños de inicial, el concurso- en proceso- para cubrir 12 mil plazas de directores y subdirectores y la incorporación de 25 mil docentes de la tercera a la sexta escala magisterial, de un total de 200 mil provenientes de la ley del Profesorado.
Todo esto en un contexto (a partir de agosto del 2011) de querer "comenzar todo de nuevo" y de desmantelar un equipo de profesionales cuyo talento se fue gestionando durante varias gestiones ministeriales anteriores, poniéndose en evidencia la costumbre perjudicial de no fortalecer lo bueno, superar lo regular y dejar de lado lo que no funciona. Por eso se dejó sin efecto -entre otros- el Programa Nacional de Capacitación Docente (a cargo de las mejores universidades públicas y privadas), la política pedagógica que tenía como centralidad el Diseño Curricular Nacional vigente, la modernización de colegios emblemáticos, el programa piloto de extensión de la jornada escolar, las movilizaciones por la lectura, las acciones de mejoramiento de la enseñanza del inglés y las evaluaciones integrales para nombramiento de profesores en la carrera.
El Presidente de la República, en julio del 2014, reiteró medidas con algunas novedades como el Bono Escolar, los Colegios de Alto Rendimiento y el mejoramiento del inglés. Lo que ha disminuido es el énfasis teórico sobre el mejoramiento de la educación rural e intercultural bilingüe, para lo cual se destinó un alto porcentaje de los cuatro mil millones aproximadamente que se aumentó al presupuesto educativo en el 2012 y 2013, y que mayormente se devolvieron al erario nacional.
Por eso llama la atención que el 2015 se haya denominado: "Año de la Diversificación productiva y el Fortalecimiento de la Educación" ¿Es que iniciamos un periodo de sostenimiento, crecimiento, de mayor fuerza de la política educativa iniciada en agosto del 2011? En todo caso me parece que las medidas en infraestructura, docencia, aprendizajes y gestión que recién se comienzan a implementar están orientadas a recuperar el tiempo perdido. Este es el desafío contraído por el ministro Saavedra que saludamos y debemos apoyar.
No obstante, es bueno mencionar algunas preocupaciones. La primera tiene que ver con el Bono Escolar que ha acrecentado, en el último cuatrimestre del año pasado, el entrenamiento para las pruebas de la Evaluación Censal de Estudiantes. De este modo estarían tergiversándose el concepto de formación integral, la naturaleza las evaluaciones estandarizadas -que son para "tomar decisiones de mejoramiento educativo y no para premiar"- y el logro de una real educación de calidad. La segunda tiene que ver con la reducción de las evaluaciones a una sola prueba de lápiz y papel dejándose de lado, por ejemplo, la capacidad didáctica y las clases modelo, los méritos y trayectoria profesional, así como las pruebas de TIC e inglés. A propósito: ¿Qué pasó con la evaluación de desempeño? Parece que aquí vale la frase popular: "una cosa es con guitarra y otra con cajón".
Finalmente, valorando que el ministro de Educación ha puesto por fin las cosas en su lugar en la política curricular, después de tres años de informalidad y desconcierto pedagógico en los colegios, resulta indispensable desarrollar -con un renovado liderazgo educativo- un proceso para avanzar hacia un currículo de calidad concertado social, técnica y políticamente, para que tenga continuidad
martes, 20 de enero de 2015
Recuperar el tiempo perdido
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