sábado, 6 de diciembre de 2014

Reflexiones para evitar tragedias en las Fiestas de Promocion

Se acerca el fin de año escolar y ya se vive en el ambiente de los colegios la algarabía y las ansias por iniciar las esperadas vacaciones. Para quienes terminan su etapa escolar, es además un momento clave: pasarán de ser alumnos de secundaria a enfrentarse al mundo real, el inicio de la adultez, la posibilidad de ingresar a la universidad e iniciar su propia vida profesional. Además de esto, acabar la Educación Secundaria implica separarse de los amigos, las rutinas y horarios que dieron sentido a sus vidas a lo largo de 10 años. Este cambio era tradicionalmente recibido con una gran fiesta que en la que coinciden elementos de emoción y de alegría pero también de nostalgia y tristeza. Lamentablemente, actualmente esta tradicional celebración puede estar llena de riesgos si no se toman las debidas precauciones. En esta nota proponemos pensar en este importante tema que involucra tanto a tutores y maestros como a padres de familia y alumnos.
Las llamadas “fiestas de promoción” han existido toda la vida. En nuestros países, esta costumbre de cerrar el año escolar con un baile nos llega a través del cine norteamericano, que introdujo en el imaginario colectivo la idea de que “el baile de graduación” era un momento de gran importancia pues era, entre otras cosas, el primer evento social al que los adolescentes asistían sin sus padres, o con mínima supervisión de los mismos. Estas fiestas -o bailes, como se les llamaba en su momento- eran la ocasión perfecta para decir adiós a la vida escolar y dar la bienvenida a lo desconocido, el inicio de la adultez.
A inicios del siglo 20, en Estados Unidos e Inglaterra, esta celebración se desarrollaba durante la tarde y los graduandos se reunían, generalmente en algún área de la escuela -el gimnasio, un salón acondicionado para ese día- tomaban el té, se despedían y deseaban lo mejor en sus nuevas etapas y proyectos. Y bailaban, a veces acompañados de sus padres y maestros, en una atmósfera de compañerismo, familiaridad y seguridad.
Con el advenimiento de la cultura de masas y el consumismo exacerbado, estas Fiestas de Promoción fueron incorporando elementos más asociados a los excesos, la adopción de posturas inadecuadas y la exposición al peligro de los jóvenes quienes, en su afán por divertirse “como adultos”, no miden las consecuencias de sus actos y terminan en situaciones que atentan contra su integridad física, salud y, en casos extremos, su vida.
En nuestro país estas Fiestas de Promoción “modernas” se han convertido en un verdadero dolor de cabeza para aquellos padres de familia que aún no han caído en esta espiral de condicionamientos promovida por la televisión, sus nocivos personajes y las exigencias de sus hijos. Porque es necesario decirlo, hay padres y hasta maestros que estimulan a sus hijos y alumnos a irse de Fiesta de Promoción sin límites, contratando empresas, con elevados costos, que les venden paquetes completos, a la manera de una celebración farandulera, donde el consumo de alcohol puede traer desde intoxicaciones severas hasta fatales accidentes de tráfico.
Esta situación motivó, por ejemplo, que el Ministerio de Educación emitiera una disposición el año 2013 en la que se prohibían expresamente las Fiestas de Promoción para Inicial y Primaria, y que habría duras sanciones para los docentes que apoyaran su organización. Por otro lado, en los últimos tiempos los escolares, en muchos casos apoyados por sus padres e inescrupulosos maestros, organizaban sus Fiestas de Promoción inclusive antes de concluir el año escolar, tergiversando de esta forma su naturaleza y alterando la noción de prioridades de los alumnos. Dicho de otra forma, a las muchachas les preocupa más qué vestido van a usar en la Fiesta de Promoción que aprobar sus exámenes finales.
Estimado profesor y padre de familia NO se trata de impedir que los alumnos que están terminando la Educación Secundaria asistan a una de estas fiestas. En sí mismas las celebraciones no tienen nada de malo, son parte de la vida y de la alegría de los momentos felices, pero es necesario reconocer que sus características actuales y en muchos casos sus ingredientes para la diversión pueden ser nocivos para la salud de los menores de edad.
Las épocas han cambiado, las formas de interacción virtual les permiten a los amigos de colegio mantenerse plenamente en contacto y esta no será la única fiesta a la que vayan solos, de manera que, más allá de la fecha en que se produce, esta Fiesta de Promoción de alguna manera es una reunión de tantas a las que podrán asistir si saben desde el principio velar por su propia integridad y seguridad.
Por eso, reflexionemos y tomemos las precauciones suficientes para que nuestros alumnos e hijos regresen sanos y salvos a casa. Conversar con ellos es fundamental, en especial debemos entender que si bien es cierto ya no son niños este paso de dejar la escuela tampoco los convierte en adultos y es solo el inicio de un nuevo capítulo en sus vidas.
Expliquémosles los riesgos de consumir alcohol o drogas, hablemos del daño que produce el tabaco en la salud, de la importancia de saber cuidar y respetar su sexualidad, entre otros tantos temas para los que todo joven, hombre o mujer que sale al mundo y a la vida debe estar preparado. La experiencia hará el resto y ellos mismos tendrán que enfrentarse con sus errores y aciertos así que al menos por esta noche de Fiesta de Promoción que se diviertan con esa alegría limpia de quienes están despidiendo su niñez

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