En el aula, solemos pedir a nuestros niños y niñas que "guarden silencio" en variadas circunstancias, en la mayoría de situaciones, es para lograr que nos escuchen, ya sean nuestras explicaciones, nuestras instrucciones o reflexiones, silencio para ser escuchados. En otras, es para lograr un espacio de "tranquilidad", deseamos que nuestros estudiantes trabajen en silencio, permanezcan en silencio. Es frecuente, entonces,que busquemos el silencio en nuestros estudiantes para lograr un efecto positivo, entiendo, sobre los aprendizajes y en otros casos, para que podamos influir en los comportamientos y actitudes de nuestros niños y adolescentes. Como adultos, en nuestras relaciones interpersonales, es muy poco frecuente que alguien nos pida guardar silencio. Es por el contrario, frecuente, que como adultos, busquemos el silencio. Que los busquemos por ejemplo, para meditar, para pensar en nuestros asuntos personales. Cuando requerimos tomar una decisión, muchas veces solemos buscar espacios solos, espacios silenciosos para pensar con profundidad, hasta podemos buscar el aislamiento, para muchos, si no obtenemos el silencio necesario, no podemos lograr los resultados esperados en nuestra reflexión, decisión o meditación.
Regresemos al aula. ¿En que momento le enseñamos a nuestros niños y adolescentes a reconocer en el silencio un valor pedagógico que nos puede facilitar un mejor conocimiento sobre nosotros mismos?
Gardner, señala en su planteamiento de las inteligencia múltiples que existen dos de ellas, que denotan el conocimiento de sí mismo (Inteligencia Intrapersonal) y el conocimiento de los demás (Inteligencia Interpersonal), considero que el silencio, constituye un medio que coadyuva al desarrollo de estas dos inteligencias mencionadas. El silencio para descubrirse y potenciar el conocimiento de uno mismo, el silencio para permitirnos conocer a los demás, escuchándolos, observándolos, reflexionando sobre las actitudes y comportamientos de los demás. Goleman, también habla de las competencias de autoconocimiento, de autoregulación, de empatía, entre otras, en estos casos, el silencio adquiere un valor significativo, puesto que nos permite ahondar en nosotros mismos y en el entendimiento de los demás, He querido encontrar un valor agregado al silencio, más allá de lo que acontece cotidianamente en nuestras aulas como un pedido casi automático y monótono. Estamos perdiendo la oportunidad de considerarlo como un medio importante para el crecimiento personal de los niños y adolescentes. Ayudémoslos para que a través del silencio, se escuchen a sí mismos y se descubran, se encuentren con sus ideas, sentimientos y pensamientos, para que también mediante el silencio, escuchen y descubran a los demás. ¿Cómo usas el silencio con tus estudiantes? ¿Qué valor pedagógico tiene en tu acción educativa?
martes, 23 de diciembre de 2014
El silencio como valor pedagógico
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario