miércoles, 6 de junio de 2018

La educación que deja huella y no cicatrices

Me entusiasma la idea de poner a los educadores y las educadoras como “perseguidores de sueños y utopías” porque eso significa que creen que otra forma de educar es posible y que avanzando podemos llegar algún día a decir que nuestro alumnado está formado de manera integral para defenderse como ciudadanos y ciudadanas ante la sociedad y el entorno que les rodea, aportando sus ideas de forma crítica, ejerciendo sus derechos y cumpliendo sus deberes, eso significará que hemos dado una verdadera educación democrática, esa que tanto nos habla Freire.
De esta forma podremos decir que la educación es importante y que tendrá poder para transformar el mundo en el que vivimos. Todos los que creemos en la educación tenemos la obligación de luchar por mantener una escuela de calidad que forme a personas capaces de hacer un mundo mejor, tenemos el deber de demandar un sistema educativo que dé una respuesta eficaz a las necesidades reales de la sociedad. Las redes sociales y el mundo digital han facilitado compartir información y experiencias dando lugar a un gran número de acciones colectivas y cambios en las formas organizativas y en las instituciones tradicionales.
La educación no puede volver la espalda al mundo de Internet ni a la cultura digital, son una oportunidad que debemos aprovechar y para eso el profesor debe formarse, actualizarse, ponerse en consonancia con los tiempos en los que vivimos. De nada nos sirve tener muchos “cacharros” en clase si después seguimos impartiendo horas aburridas de forma tradicional, sometidos a los libros de texto, en la mayoría de los casos descontextualizados, seguimos practicando una “educación bulímica”, en la que se engullen conocimientos y después se vomitan en un examen y se olvidan. Hay que repensar metodologías que vayan acorde con los medios que disponemos, tenemos una ventana abierta al mundo que hay que saber aprovechar. Las redes sociales, las pantallas, las pizarras digitales… todo eso nos dan una oportunidad de hacer otro tipo de educación en la que el alumnado investigue, trabaje en grupos, se relacione con otras culturas, vea que las paredes de la clase son ahora transparentes… en definitiva que se emocione con lo que aprende y que construya su propio conocimiento.
Hay que cambiar la forma de educar, las consecuencias de no cambiar la manera de educar son tan nefastas que el hecho de no hacerlo es un acto de irresponsabilidad que ningún educador puede permitirse. La Educación emocional y los valores son caminos para alcanzar una verdadera transformación en nuestra forma de educar y como valores esenciales para conseguir el cambio en la escuela del siglo XXI, acercándonos más al alumnado y a su realidad circundante. Enumero diez valores esenciales que hay que ir trabajando y desarrollando tanto en las familias como en los centros educativos: Flexibilidad, curiosidad, autonomía, emprendimiento, creatividad, tolerancia, cooperación, responsabilidad, transparencia y entusiasmo.
Para finalizar doy diez propuestas concretas para cambiar la educación que nos pueden servir de ayuda en estos momentos de cambios:
- Dar más voz al alumnado.
- Abrir el aula a otras voces.
- Plantear retos.
- Potenciar el espítitu crítico y el carácter emprendedor.
- Trabajar las emociones.
- Ir más allá del conocimiento de las materias.
- Integrar las TIC
- Fomentar la lectura.
- Fomentar el trabajo colaborativo.
- Reformular la manera de evaluar
Concluyó diciendo "lo más importante para el desarrollo de un niño no es la cantidad de información que se consigue meter en su cerebro durante sus primeros años. Lo crucial es si somos capaces de ayudarles a desarrollar un conjunto diverso de cualidades entre las que se incluyen la perseverancia, el autocontrol, la curiosidad, la meticulosidad, la resolución y la autoconfianza”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario