domingo, 7 de diciembre de 2014

Hacia una nueva relación: Padres - Escuela - Docentes

Durante los últimos años, las Instituciones Educativas Públicas sobre todo han sido atacadas por todos los frentes. La educación pública parecía cargar con la culpa de todos los males de la sociedad.
 Como resultado de este clamor las escuelas públicas han cambiado (en ocasiones a pesar de la "ayuda" de los críticos y en otras con su invalorable aporte). Han mejorado en muchos aspectos importantes. Pero la mayoría de las mejoras han sido en "equipo" (edificios, equipo propiamente dicho, máquinas de enseñanza, laboratorios), y en "técnica" (libros, biblioteca, películas, cintas grabadas, diseño del currículum). Lo que menos ha cambiado es lo más importante: las relaciones humanas de la escuela, la forma en que la gente se trata entre sí. A muchos alumnos se les sigue tratando con una falta de respeto que no tiene igual en ninguna otra institución de la sociedad.
Los últimos adelantos de la construcción, alfombras, aire acondicionado y otro equipo nuevo, entornos tecnológicos y los currículum "relevantes" más modernos tienen muy poco valor si el "poder" sigue siendo el sistema empleado para resolver conflictos, y si los alumnos siguen siendo el blanco de una liturgia diaria de mensajes tú destructores.
Sugerimos que cuando juzgue usted la escuela de su hijo no vea solamente sus beneficios materiales, sino también las actitudes de sus adultos hacia la gente joven que atienden. He aquí algunas de las preguntas que usted puede contestar gracias a su observación y a las discusiones que sostenga con maestros y directores:
1. ¿Participan los alumnos en el establecimiento de reglas y políticas que regirán en el salón de clases? ¿En la escuela?
2. ¿Tratan los adultos en forma ruda a los alumnos, o les dan palmaditas en la espalda?
3. ¿Sostienen los maestros discusiones centradas en los alumnos en su salón de clase?
4. ¿Planean los alumnos con sus maestros lo que van a aprender, a qué ritmo lo aprenderán y cómo se evaluará lo aprendido?
5. ¿Se autodirigen los alumnos, o los maestros parecen "arriar ganado" constantemente, dirigiendo, ordenando y mandando?
6. ¿Son los alumnos indisciplinados, irrespetuosos y desconsiderados como resultado de una indulgencia excesiva de parte de los maestros?
7. ¿Es cosa común ver miembros del profesorado y a alumnos celebrando "sesiones de charla" informales?
8. ¿Tratan los maestros de resolver sus conflictos con los alumnos mismos, o envían a los alumnos a "la oficina de OBE" para que hablen con un consejero o con el director?
9. ¿Aconsejan realmente los auxiliares de educación (si los hay), o son más bien encargados de la disciplina y de la sanción inmediata?
10. El ambiente en general, ¿es tranquilo e informal, o tenso y rígido?
11. ¿Confrontan los maestros a los alumnos recurriendo principalmente a amenazas, humillaciones u otros mensajes de ese tipo?
12. ¿Dan los maestros oportunidades a los alumnos para que dispongan de tiempo personal, lejos del griterío o de un grupo grande?
13. ¿Programan los maestros el horario óptimo del tiempo con los alumnos?
14. Cuando usted visita la escuela, ¿puede ver indicios de que la gente se preocupa por la gente? ¿le hablan los alumnos, le dan la bienvenida? ¿lo reconocen los adultos? 15. En situaciones informales (no estructuradas) ¿parecen los alumnos capaces de organizarse ellos mismos y tratarse entre sí con consideración, o se muestran ferozmente competitivos o discutidores?
Las respuestas a estas y a muchas otras preguntas que podría usted hacerse sobre la escuela de su hijo serán la clave de la calidad de las relaciones humanas en la Institución Educativa. Creemos que para que las escuelas puedan educar bien, primero deben estar firmemente comprometidas a entablar relaciones de calidad entre todo el personal de la escuela.
Los padres pueden tener mayor influencia de lo que en ocasiones creen para propiciar mejores relaciones humanas en las escuelas. La razón principal por la que han fracasado en lograr cambios es que generalmente han caído en el uso de su poder, y eso les ha costado su influencia potencial. Los directores y maestros de escuela no son diferentes a la demás gente. Cuando se enfrentan al poder, también ellos desarrollan mecanismos de enfrentamiento. Y la resistencia y el ataque no son los menos importantes de dichos mecanismos.
La organización de grupos de padres con el objeto de "hacerse cargo" o de luchar con las escuelas, probablemente es el método menos efectivo para promover un cambio. Esta postura autoritaria no es ni con mucho el modelo apropiado, si es que los padres tratan de lograr relaciones más democráticas en las escuelas. Los directores y maestros que ven a los padres y a los grupos de padres como adversarios o bloques de poder no se mostrarán muy abiertos a la solución del problemas.
Los padres interesados en ayudar a promover cambios dentro de las escuelas pueden usar grupos ya existentes como la Asociación de Padres de Familia, pero dándole una nueva dimensión que permita formular una propuesta efectiva de trabajo en favor de la educación, con una visión verdaderamente comprometida con la gestión exitosa de la Institución Educativa, entendiendo que la Comunidad en su conjunto es el seno desde el cual debe partir el trabajo en beneficio de los educandos y asumiendo con responsabilidad su rol en el desarrollo del País, pues este es el lugar más estratégico desde conde se puede gestar un desarrollo sostenible, duradero y verdadero.

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