Le pregunté a un niño del colegio donde yo trabajo si sabía lo que era el “bullying” y me respondió: “Claro que si, es el maltrato a los que no son iguales, cuando no perteneces a un grupo, te molestan y humillan, si eres diferente a los demás te tratan mal”. Los niños saben perfectamente lo que significa el “bullying”, aunque no pueden manejar la situación por sí solos. Como adultos tenemos la responsabilidad de ayudar tanto al que padece esta conducta como al que la imparte. El bullying o acoso escolar es un comportamiento que se caracteriza básicamente por maltratar, humillar y agredir física o psíquicamente a un compañero. Así como también burlarse de él, ignorarlo, asustarlo y dejarlo de lado sistemáticamente. La principal característica de esta conducta es que suele prolongarse en el tiempo y va dirigida a una única persona (compañero o compañera) con el único objetivo de dañarla. Esta situación genera un conflicto muy grave que no sólo afecta al niño acosado sino también al entorno en el que se mueve. He aquí algunos ejemplos de bullying o acoso escolar: Poner sobrenombres ofensivos, hablar mal de un compañero, dejarlo fuera de todos los grupos, escribir leyendas en su contra, no dirigirle la palabra, hostigarlo, amenazarlo, empujarlo, pegarle, romper sus pertenencias u obligarlo a que haga algo en contra de su voluntad. Hay además muchos más ejemplos que dependen de cada situación en particular. En muchos casos los pequeños son víctimas de acoso escolar por sus características físicas diferentes del resto. Pueden ser más altos, más bajos, más delgados o más gordos, rubios o pelirrojos, con frenos (brackets) o anteojos. Cualquier condición diferente del resto puede generar este acoso. Y en otros casos, sin embargo, el acoso gira en torno a su personalidad. Pueden ser tímidos o demasiado extrovertidos, aunque por lo general los pequeños que más sufren esta conducta tienden a ser muy frágiles. El hostigador percibe que no puede defenderse de él y es por ello que abusa reiteradamente. Los pequeños acosados suelen entonces distanciarse del resto del grupo y muestran dificultad para entablar vínculos y hacer amigos. Además, les resulta muy difícil integrarse y les cuesta pedir ayuda. En otros espacios sociales esta conducta pasiva pueden transformarla en la actitud opuesta, molestando a otros niños todavía más frágiles que ellos. Por lo general, le cuesta reconocer un error, no puede ponerse en el lugar del otro con facilidad, le cuesta pedir disculpas y reparar una conducta considerada inapropiada, es rebelde e inquieto y le cuesta adaptarse a las normas de convivencia, no acepta los límites con facilidad, tiene reacciones impulsivas, ess autoritario y agresivo de palabra, suele tener mal comportamiento escolora, molesta y desvaloriza a sus compañeros en clase. Cuando los padres registran alguna de estas características y reciben llamadas de la escuela, es importante conversar y revisar las pautas de comportamiento y los límites dentro de la familia para poder cambiar la situación que vive el niño en la escuela y poder ayudarlo a reparar su error o acción. No se debe minimizar su comportamiento ni excusarlo. Los chicos normalmente acosan a los demás como una manera de sentirse importantes y reconocidos. Y lo disfrutan especialmente cuando descubren que el niño hostigado no puede alejarse o defenderse de la situación de maltrato. Pero también lo hacen por celos y rencor, para llamar la atención, porque han sido acosados por otros pasivamente y para ejercer su rol de dominador-sometedor y sentirse poderosos, normalmente producto de una vulnerabilidad encubierta (se sienten menos que los demás y el hecho de hostigar a otro logra ocultar ese sentimiento). Cuando se produce una situación de acoso entre compañeros de clase algo en el maestro suele fallar. No se puede perder de vista a los niños. Es muy importante mantenerse en alerta y pensar qué es lo que podemos hacer cuando descubrimos que un niño está siendo acosado por otro. Siempre es importante intervenir. Consejos importantes Entre los chicos pueden existir peleas, bromas o burlas, pero si esto se produce de manera sostenida y sistemática sobre un niño en particular la diversión se convierte en agresión. Ningún niño merece ser molestado, manipulado u hostigado por otro. El bullying o acoso lo realizan tanto los varones como las mujeres y no debe naturalizarse. Nada más detectar alguna conducta de este tipo es importante tomar cartas en el asunto, ya que puede convertirse en una situación de riesgo. El acoso produce una herida psicológica muy difícil de sobrellevar y se necesita mucho apoyo para que no deje secuelas. Como en toda situación traumática lo primero que observamos son varios cambios en la conducta habitual de los pequeños. Entre ellos los siguientes: No quieren ir a la escuela, disminuye su concentración y desempeño escolar y en algunos casos incluso repiten el año, se muestran temerosos e inseguros, están tristes, se aíslan y sufren episodios de ira y enojo, se muestran irritables, presentan dolores de barriga y cabeza, tienen dificultades para dormir (pesadillas y miedos), presentan retraimiento y falta de comunicación familiar, se quejan reiteradamente, no quieren salir de casa o realizar actividades que antes disfrutaban, se vuelven agresivos con sus hermanos, se aíslan de sus amigos, se hacen pis o caca, comienzan a mostrar trastornos de alimentación. El acoso escolar se puede prevenir dentro de la escuela capacitando a los maestros para la detección precoz de estas situaciones. ¿Cómo podemos evitarlo? Podemos atajarlo con las siguientes medidas: Trabajando con los niños favoreciendo la resolución de problemas a través de la palabra y la participación de todos por igual, respetando las diferencias y no tomándolas como deficiencias, generando situaciones de cooperación y solidaridad con proyectos concretos, hablando del tema del acoso sin ocultarlo, capacitando a todos los integrantes de la comunidad educativa para detectar el acoso, creando un código de convivencia con reglas claras, haciendo partícipes a los padres de estas acciones. Nadie debe padecer el acoso de un compañero ni es merecedor de ello. Si los padres detectan que su hijo padece acoso o si éste se lo cuenta es importante pedir ayuda en la institución escolar para proteger al niño escuchándolo y respetando su deseo de cómo quiere que se maneje la situación sin exponerlo. Y por encima de todo, hay que saber mantener la calma.
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