miércoles, 29 de septiembre de 2021

El ingreso a los colegios

A partir de la experiencia de una amiga cuyo hijo de 3 años no ha ingresado al colegio al que postuló debido según las evaluadoras (cuando no!!!) a un “bloqueo emocional”, quiero decir simplemente lo siguiente:

Me parece tremendamente nocivo someter a niños tan pequeños a la presión de una evaluación como las que se plantean para el ingreso a los colegios. Generarles ansiedad de ese modo tanto al niño como a los padres es terrible.

Creo que es un abuso etiquetar de “bloqueo emocional” (ya opiné al respecto de esa etiqueta en este post) a un niño de esa edad. Simplemente no puede ser, desde mi punto de vista.

Estoy convencida de que los colegios quieren cada vez más un solo tipo de niño, con lo cual me parece que están evadiendo su responsabilidad de educar. No desean asumir ninguna dificultad.

Muchas de las psicólogas que evaluan en estos examenes de admisión actuan de manera egocéntrica al pretender que todos los niños se adapten a la situación de evaluación del mismo modo y al mismo tiempo, sin respetar las caracteristicas de personalidad, los ritmos o el temperamento, en otras palabras, sin tomar en cuenta las diferencias individuales y la diversidad. No es el niño quien debe adaptarse a la evaluación, sino -creo yo- la evaluación la que debe adaptarse al niño.

Debo decir que aun quedan colegios más razonables y humanos donde todos los niños son aceptados, sin excepción, y que trabajan adecuadamente con los padres las dificultades del niño cuando aparecen. Pero estos colegios son lamentablemente la minoría

 

viernes, 3 de septiembre de 2021

Las palabras en educación son INNOVACION y CORAJE

A veces me pregunto, si tuvieran que tener una imagen-objetivo en la cabeza los gobernantes respecto al desarrollo del país, y en particular la educación, que pudiera ser representada por una palabra y un valor ¿Cuáles serían? A mi entender, INNOVACIÓN y CORAJE.

INNOVACIÓN, porque todo lo hecho en educación desde después de Velasco es regresar al libreto de Odría, con más de lo mismo aunque con maquillajes cosméticos. Las G.U.E. se llaman colegios  emblemáticos, el currículo por contenidos y objetivos se llama currículo por competencias, las notas se ponen con letras en primaria, la queja de falta de presupuesto para infraestructura, equipamiento, salarios docentes sigue igual y con ello se justifican los fracasos, la pedagogía maestro centrada en la que el profesor y alumno de hoy pueden ser reemplazados por los de hace 100 años porque hacen lo mismo sigue intacta, y por si fuera poco, no hay mejoras significativas ni siquiera en los indicadores que el Minedu se ha inventado para hablar de logros de aprendizajes escolar (salvo para los triunfalistas que dicen que tener  65% de fracasos en esas retrógradas pruebas estandarizadas es un logro frente a tener 85% de fracasos, olvidando que los niños no van a la escuela para fracasar, mucho menos a los 7 años). Me ilusiona pensar en que algún día tendremos un gobernante en América Latina (ojalá el Perú) que diga “este modelo no da para más, no cumple su misión, hay que ir por otra vía”. Y que esa vía se construya a partir de la suma de centenas de iniciativas innovadoras que se desarrollen en el terreno. Que el Minedu no se vea a sí mismo como el  genio creador de innovaciones sino como el angelical promotor de alicientes e incentivos para que hagan innovación los que son capaces de hacerla, para luego aprender de ellos y difundirla. Talento hay. Incentivo ninguno.

CORAJE, porque para hacer lo anterior hay que tener coraje, valentía, capacidad de dar la lucha liberadora por ideales. Mientras la política del Gobierno y el Minedu sea hacer más de lo mismo con algo más de plata para no abrirse frentes de resistencia, y estén motivados por “no hagas X no vaya a ser que Y se moleste”, y no estén dispuestos a dar la batalla abierta  para que el público entienda que lo que les está dando el sistema educativa es muy poco, no lo lograremos. El modelo actual no los pone en condiciones de tener éxito como ciudadanos (la democracia peruana hace tiempo se cae en pedazos),  ni ser competitivos (el desempleo por incompetentes de los egresados del sistema educativo incluyendo profesionales es fuente de enorme frustración) ni de ser socialmente responsables (el egoísmo, la corrupción, la inseguridad, la polarización política generan enormes dificultades e ineficiencias).  

El Perú necesita un sueño, una meta visible que entusiasme y convoque voluntades colectivas, una sensación de orgullo que no nazca antes de un partido de fútbol y se caiga luego de la derrota, y que denote que ya somos capaces de levantar la cerviz, porque ya abandonamos el sentimiento de inferioridad e impotencia frente a lo extranjero que nuestro ADN heredó por 500 años.  El Perú necesita reconstruir su imagen de país viable, en el que la educación innovadora lidera la ambición pública y política, porque es el único ámbito en el que todos los peruanos transitan al menos por algunos años de su vida, en el rol de alumnos y luego de padres y abuelos. La huella que les deja ese paso es la que define si avanzaremos (porque somos capaces y corajudos) o perderemos (porque somos cobardes e incompetentes). Podemos estar en la puerta de una nueva página en la historia de la educación peruana. Veamos si esta vez cambian el diseño y los colores del libreto.

domingo, 29 de agosto de 2021

¡SI SE PUEDE! Ingreso Universal a las Universidades

Me ha llamado la atención la rapidez con la que muchos opinantes han descartado esta propuesta, posiblemente porque ya se han formado la idea de que el gobierno de Pedro Castillo hace anuncios con propuestas irrealizables como la del 10% del PBI para educación… Además, se basan en una regla de tres que dice que si hoy 1 de cada 5 ingresan a una universidad pública, entonces el presupuesto para captar a todos sería 5 veces mayor y eso es imposible de asignar a las universidades. (En las privadas ingresa 1 de cada 1.3 postulantes o sea ya es casi universal). 

No faltan quienes buscan una postura en el medio (en realidad en el tercio) diciendo que está bien el ingreso universal pero sólo para el tercio superior, es decir, por méritos acumulados en la secundaria (pese a que, dicho sea de paso, no es un predictor del desempeño en la universidad). Abstrayéndonos del “mensajero”, qué tal si nos ponemos en el modo “sí se puede” y ponemos como meta lograr ese ingreso universal, pero con un modelo que responda a otros sustentos. 

1). El ingreso universal se produce a un ciclo cero, de 4 meses, en modo virtual, que haría las veces de pre-gratuita para todos los estudiantes, de modo que la universidad con sus propios modelos de evaluación determine quiénes son aptos para continuar sus estudios a partir del ciclo 1. Es probable que solo la mitad o menos logren pasar al ciclo 1, y luego siga otro ajuste al pasar a los dos ciclos siguientes, como ya ocurre con todas ingresantes a las universidades peruanas hoy en día. Esto tiene un costo mucho menor que esa multiplicación por 5 del costo anual por alumno que mencionan los detractores de la propuesta por razones económicas.

2). Este acceso universal a la universidad traslada de la secundaria a la universidad elegida por cada alumno la decisión respecto a si posee las aptitudes para continuar y encaminarse a una de las carreras profesionales que ella ofrece. La secundaria no tiene por qué ser la evaluadora de los postulantes a través de sus rankings de notas “que le hacen el trabajo a las universidades” de seleccionar a los supuestamente más aptos, sacrificando el rol del trabajo integral con los adolescentes, que debe ser el foco de la secundaria. 

3). Hay suficientes evidencias de que el principal impedimento para la innovación pedagógica y curricular de la educación básica, especialmente la secundaria, es esa misión implícita de que la secundaria debe preparar para la evaluación de ingreso a la universidad, renunciando a su focalización en el desarrollo cognitivo, cultural, social, ético y emocional del adolescente. En una época de la vida de los jóvenes en la que hay que abrirles la cabeza y promover que exploren las opciones más diversas, la misión actual de formarlos como postulantes más bien les cierra la cabeza y les coloca anteojeras para mirarse a sí mismos y sus opciones futuras. 

4). Esquemas similares podrían pensarse para quienes quieran postular a la educación superior de orientaciones alternativas a la universitaria.

5). Por último, unas palabras sobre el “tercio superior” como equivalente a “alumnos más meritorios”. Es sabido por los académicos que el desempeño escolar está fuertemente correlacionado con las condiciones familiares de origen, y quienes tienen mejores condiciones aún dentro de la escuela pública, logran más que quienes las tienen peores. Lo acabamos de ver magnificado durante la pandemia. Siendo así, el esfuerzo, dedicación y méritos personales que pone en juego quien viene de una situación muy precaria para llegar a 5to de secundaria con promedio 13, puede haber sido muy superior al de aquél que llega cómodamente al 16. Pero los rankings por notas, lo dejan fuera de carrera. 

Es cierto que no hay forma en la sociedad de que aún a igualdad de condiciones, siempre se generen diferencias que hagan que uno se desempeñe mejor que otro ante las mismas tareas. Con mayor razón si no proceden de igualdad de condiciones. Pero vivimos en un mundo en el que tener un grado en educación superior es un trampolín hacia el ascenso socioeconómico. Siendo así, ¿no sería justo darle una segunda oportunidad de probarse a sí mismo su capacidad de ser profesional a quien hizo enormes méritos para terminar la secundaria, pero tuvo que pagar con bajas notas el impuesto a sus condiciones de origen? Si en ese momento las condiciones de origen o sus limitaciones personales determinan que no puede seguir adelante, así será, pero al menos la sociedad lo habrá acogido y dado una segunda oportunidad. ¿Sería una rareza que el Peru haga eso, que no hace casi ningún otro país? Si. ¿Y cuál es el problema? ¿Tenemos que seguir siendo cola en vez de ser cabeza?

domingo, 8 de marzo de 2020

Orientaciones para el desarrollo de competencias

1. Partir de situaciones significativas.- Implica diseñar o seleccionar situaciones que respondan a los intereses de los estudiantes y que ofrezcan posibilidades de aprender de ellas. Cuando esto ocurre, los estudiantes pueden establecer relaciones entre sus saberes previos y la nueva situación. Por este motivo se dice que cuando una situación le resulta significativa al estudiante, puede constituir un desafío para él. Estas situaciones cumplen el rol de retar las competencias del estudiante para que progresen a un nivel mayor.

2. Generar interés y disposición como condición para el aprendizaje.- Es más fácil que los estudiantes se involucren en las situaciones significativas al tener claro qué se pretende de ellas y al sentir que con ello se cubre una necesidad o un propósito de su interés (ampliar información, preparar algo, entre otros.).

3. Aprender haciendo.- Construir el conocimiento en contextos reales o simulados implica que los estudiantes pongan en juego sus capacidades reflexivas y críticas, aprendan a partir de su experiencia, identificando el problema, investigando sobre él, formulando alguna hipótesis viable de solución, comprobándola en la acción, entre otras acciones.

4. Partir de los saberes previos.- Consiste en recuperar y activar, a través de preguntas o tareas, los conocimientos, concepciones, representaciones, vivencias, creencias, emociones y habilidades adquiridos previamente por el estudiante, con respecto a lo que se propone aprender al enfrentar la situación significativa.

5. Construir el nuevo conocimiento.- La diversidad de conocimientos necesita aprenderse de manera crítica: indagando, produciendo y analizando información, siempre de cara a un desafío y en relación al desarrollo de una o más competencias implicadas.

6. Aprender del error o el error constructivo.- El error puede ser empleado más bien de forma constructiva, como una oportunidad de aprendizaje, propiciando la reflexión y revisión de los diversos productos o tareas, tanto del profesor como del estudiante.

7  Generar el conflicto cognitivo.- Requiere plantear un reto cognitivo que le resulte significativo al estudiante cuya solución permita poner en juego sus diversas capacidades. Puede tratarse de una idea, una información o de un comportamiento que contradice y discute sus creencias.

8. Mediar el progreso de los estudiantes de un nivel de aprendizaje a otro superior.-  La mediación del docente durante el proceso de aprendizaje supone acompañar al estudiante hacia un nivel inmediatamente superior de posibilidades (zona de desarrollo próximo) con respecto a su nivel actual (zona real de aprendizaje)

9. Promover el trabajo cooperativo.- Esto significa ayudar a los estudiantes a pasar del trabajo grupal espontáneo a un trabajo en equipo, caracterizado por la cooperación, la complementariedad y la autorregulación. Se trata de un aprendizaje vital hoy en día para el desarrollo de competencias.

10. Promover el pensamiento complejo.- Reconocer, además, la complejidad de la realidad requiere ir más allá de la enseñanza de las disciplinas, pues actualmente las distintas disciplinas colaboran entre sí y complementan sus enfoques para poder comprender más cabalmente los problemas y desafíos de la realidad en sus múltiples dimensiones.

La desinformación

Una vez mis colegas del colegio matemático Cesar Vallejo me preguntaron que cambiaría de la educación peruana si tuviera un poder supremo. Bueno yo les dije que dedicaría a la educación todo el espacio que los medios de comunicación dedican usualmente a la farándula y a las notas policiales, pues de esa manera se revolucionaría la conciencia ciudadana sobre la prioridad de la educación. Y que todo lo demás, caería por su propio peso. Por lo general, la educación se vuelve noticia cuando hay algún escándalo o desastre de por medio. Eso explica no solo la constante falta de centralidad de la educación en la agenda política nacional, sino el escaso sustento en información de muchas opiniones en el debate público. Hay que cambiar la imagen de escuela por la de una escuela acogedora. El rol de la escuela es acoger al niño. La única institución que recibe a todos los niños del Perú es la escuela, y eso incluye a ese 40, 50, 60% de niños que vienen de familias donde son objeto de maltrato o incomunicación. La única segunda opción que tiene un niño que viene de una familia que no funciona bien, es la escuela. Pero la escuela tiene que verse entonces como un lugar de acogida, por eso venía criticando durante tanto tiempo que se usen notas y la prueba censal desde segundo grado, es decir, desde que tienen siete años. Si quieren evaluar, que evalúen en sexto de primaria, pero en segundo grado muy temprano para golpear la autoestima del niño o la niña a la que a partir de los malos resultados le dicen «tú eres incompetente, tú no sirves». Y además publican los resultados, ¿qué ganancia es esa? ¿Qué quieren que hagan los padres? ¿Presionar a sus hijos? ¿A los profesores? ¿Ahogarlos de estrés? Yo diría que la escuela tiene que verse a sí misma como una escuela que acoge y los maestros tienen que saber que tiene que haber una permeabilidad, una plasticidad, en su quehacer con sus alumnos para garantizar, primero, que todos se sientan bien, acogidos, protegidos, queridos. Entonces podrán poner en juego sus capacidades psíquicas para aprender. Pero no partamos del principio de que, si un alumno de primer grado no responde, no hace la tarea, no rinde lo esperado, entonces los padres tienen la culpa o el niño es un un flojo, un incompetente y, por lo tanto, hay que desaprobarlo. La imagen de escuela y de maestro tiene que cambiar, lo primero que hay que lograr es que el niño y también el profesor, se sientan en casa, se sientan a gusto, sientan que disfrutan, que no quieren que venga el sábado porque les encanta su escuela. Pero si no tenemos eso en la mente y seguimos pensando que nuestro papel como maestros es limitarnos a evaluar, a tomar exámenes, a aprobar a unos y desaprobar a otros, a hacer un ranking para establecer quién es mejor o peor, a generar estrés y frustración, entonces no tiene cabida esta imagen de escuela acogedora. En octubre del 2011, lei un articulo sobre educación donde decía que «Cada alumno es distinto», donde subrayaba la necesidad de una educación cada vez más personalizada. Invocando las investigaciones de Howard Gardner sobre la diversidad de inteligencia humana, se preguntaba por qué si un alumno tiene, digamos, 20 de nota en arte, 18 en literatura, 11 en matemáticas y 11 en biología, lo que va a motivar la reacción de los padres y maestros es el bajo rendimiento en matemáticas y biología, sin que las notas en arte o literatura les llamen mayormente la atención. Allí señalaba, además, que el éxito en la vida se juega en las fortalezas y no en el cultivo de las debilidades de las personas. Precisamente, la Norma Técnica que ha publicado el Ministerio de Educación busca cambiar esa cultura, pero es probable que no la tenga fácil, debido al fuerte arraigo de creencias distintas. En este tema, nuestro entrevistado tiene también opiniones muy claras. Espero que el Ministerio de Educación de un paso adelante en ese sentido, y se vea a sí mismo como inspiración para cosas mejores. Ahí debe resolver un problema de liderazgo, salir a plantear y explicar una posición, hacerla presente en las capacitaciones, de lo contrario no vamos a llegar nunca a cambiar las cosas. Lo mínimo que podría esperarse es avanzar con los que ya están en ese sistema cualitativo, si ya llegaron a primero de media, pues avancen a segundo, a tercero, para no renunciar a algo que ya está siendo construido. Para eso el Ministerio debe transmitir un credo, transmitir ideas claras y desmarcarse, por ejemplo, de la idea de que las letras y los números son equivalentes, porque entonces nunca lograrán diferenciar lo cualitativo de lo cuantitativo. Si el Minedu cree en la evaluación cualitativa, esa debería regir toda la educación básica. Pero hay otra alternativa, aunque es complicada por la inconsistencia descrita antes la rigidez del sistema, y es plantear las dos opciones, poner ambas como hacen algunos colegios. los que quieren letras y los que quieren números, conforme se va avanzando hasta el final deseable. Sería una transacción. Pero siempre que uno quiere poner un parche hay problemas. Pienso que, si el ministerio cree en la evaluación cualitativa y que el uso de letras tipificadoras explica mejor la percepción que tiene un profesor de los logros de un alumno en el proceso de aprendizaje, no puedes decir que eso es válido solo hasta segundo de secundaria, y que para los más grandes la percepción es otra. Esto es inconsistente. Por otro lado, si creo en mi sistema de evaluación, no voy a condenar a un alumno porque tiene una o dos áreas débiles, lo voy a reconocer en sus áreas fuertes, por eso es que, si un alumno tiene que presentar sus notas, digamos 10 notas, voy a eliminar las tres más bajas porque en el promedio esas lo van a jalar hacia abajo. Si realmente creo que el alumno tendrá éxito cultivando sus fortalezas, voy a presentarlo con las notas más altas. Esto es lo que normalmente uno hace cuando hace una carta recomendación, pones el peso en las fortalezas, en los talentos. Hay que ser consistente con un sistema de evaluación, que es mucho más complicado que simplemente poner letras o números. Los profesores tienen instalada la idea de que el ministerio les exige que cumplan el programa como si se tratara de cumplir cada día cada día tres o cuatro páginas. Yo puedo enseñar la Segunda Guerra Mundial en media hora o puedo hacerlo en cinco años. Si el syllabus dice que se debe abordar la Segunda Guerra Mundial, pues en media hora puedo decirte tres cosas y ya está. O puedo dedicarme a un estudio a profundidad de las causas, de los antecedentes, de los actores, de la sinergia, de los grupos de poder, de la geopolítica, de la economía, de las ideologías, le puedo dedicar cinco años a un curso de eso. Lamentablemente hay maestros que asocian el avance de la clase con el avance de las páginas del libro que ha sido escrito por alguien que no es ni el profesor ni conoce a mis alumnos, que es producto de una editorial que asume un alumno estándar y que supone que en 180 horas va a abarcar los 18 capítulos. Le toca al Ministerio salir a explicar, a dar ejemplos, a animar a los maestros para que ensayen otra manera de hacer las cosas. Pero si se limita simplemente a sacar una norma y trata de explicar cómo se aplica, no está jugando un rol de liderazgo. Entonces, el profesor se aferra a lo conocido. Tampoco podemos culpar al profesor, si no la posibilidad de construir una imagen distinta sobre su papel, ¿por qué voy a culpar al profesor de hacer lo que conoce, lo que le da seguridad, si no le han dado la oportunidad de entender y valorar la alternativa? ¿El ministerio cree en la evaluación cualitativa del proceso?, ¿cree en la equivalencia de valor entre las áreas, en cuanto que todas contribuyen a la formación integral desde distintos ángulos?, ¿cree, como buena parte de la comunidad entendida, de que la repitencia no sirve para nada? Si esas son sus ideas fuerza, tiene que sentirse en todo lo que hace, tiene que salir a explicarla y sostenerla.

La evaluación formativa y el currículo

Es importante recordar que el Perú, como muchos países, ha optado por un currículo escolar orientado a competencias desde hace más de 20 años. Pero al parecer, el talón de Aquiles de estos esfuerzos ha estado en los sistemas de evaluación, en los preexistentes, en los propuestos y en la cultura de evaluación tan fuertemente arraigada en los profesores. Justamente, para superar esta debilidad, el Minedu ha sometido a consulta nuevas e importantes orientaciones sobre la materia.
La evaluación formativa es la evaluación que produce feedback, la que confronta lo que el niño ha hecho con lo que ha pensado y el por qué lo ha pensado así. Es la que obliga a una retroalimentación en función a la posibilidad de que él mismo construya sus conceptos. Es contraria a la idea de que uno evalúa al final de un proceso con un examen o algún otro método, olvidando totalmente que lo valioso está en el proceso. Naturalmente, este proceso no lo hace el alumno solo, sino acompañado de una interacción con el profesor. Pero no con un profesor que cree que tiene que convencer al alumno de algo, sino con uno que le ayude a él a producir el conocimiento. Lo valioso, entonces, está en un proceso de interacción donde los alumnos y alumnas van construyendo sus propios conocimientos. De allí que pensar en evaluar a través de un examen de preguntas y respuestas me parece que es la antítesis de lo que significa evaluar para el enfoque que creo más adecuado. Ahora bien, es cierto que se trata de un proceso de construcción de conocimientos que muchas veces culmina en un resultado, una propuesta, la solución a un problema, que también hay que valorar. El tema es cuánto peso le das al resultado y si acaso tú valoras los procesos que incluyen la idea de que con el error se aprende, por lo que no tiene sentido “bajar puntos por los errores” si es que ante ellos el estudiante corrige o perfecciona sus producciones.
Tienes que desistir de la idea de que el resultado es una suma o promedio aritmético de ítems parciales. Por ejemplo, si el alumno da un examen de 10 preguntas y contesta bien siete ¿qué haces con las tres que no contestó bien? Una posibilidad es lapidarlo y decir: bueno, aritméticamente esto vale 14 ya que integra tus aciertos y tus errores. La otra es decirle: mira, he encontrado que hay tres preguntas en las que tu propuesta no es consistente, revísalas, corrígelas y plantéame otras respuestas. El profesor tradicional va a decir que, para ser justo, habiendo tomado el mismo examen a todos, debo ponerle 14 ya que otros no se equivocaron en ninguna y sacaron 20. Pero el profesor que de verdad retroalimenta y pone interés en el proceso, le va a poner 20 al que corrigió, porque se dio cuenta dónde estaban sus errores en su razonamiento previo y fue capaz de confrontar y rectificar. Ese aprendizaje que surge de quien acierta “a la primera” por conocimientos previos, intuición o lo que fuera. Lo justo es que cada estudiante tenga oportunidades de aprender, y no penalizarlo por las dificultades en el proceso. En ese sentido, creo que la evaluación es parte de la pedagogía, parte de tu interacción natural con los alumnos y que, además, ocurre en cada instante de tu vínculo con ellos. Todo lo que ocurre en este vínculo entre profesor y alumno durante el proceso de aprendizaje, debe ser incluido en la manera de entender la evaluación: cuando el alumno viene y te hace una pregunta o cuando él comenta una pregunta que tú le haces, cuando escucha las intervenciones de los demás alumnos y aporta sus ideas, o cuando le haces un gesto y él te devuelve otro gesto, etc. Por el lado del currículo, también hay un problema con la existencia misma de competencias a evaluar por áreas, ya que se parte del principio de que las competencias le pertenecen solo a un área específica. Esto no es interdisciplinario. Si se dice que razonamiento lógico se va a ver en matemática; comprensión lectora, en comunicación; pensamiento histórico, en ciencias sociales; la relación causa efecto, en ciencias naturales. Desde ahí, ya se segmentan las competencias, que deberían ser todas trasversales, para convertirlas en parte de un área particular. Por eso creo que más sentido tiene evaluar a través de proyectos o abordando problemas que no están definidos por un área.
Cuando profundizamos en el concepto de la evaluación cualitativa y de su carácter formativo, uno de los temas que cae por su propio peso es el de la repitencia. Un tema sin duda controversial y que parte las aguas en la opinión de muchos, pero que la pedagogía contemporánea ha empezado a desestimar a la luz de las investigaciones sobre su verdadero impacto en las posibilidades de aprendizaje de los estudiantes. A mi parecer tengo mis  opiniones contundentes al respecto. Primero, porque la evidencia académica dice que cuatro de cada cinco al repetir les va peor que antes. La razón es muy sencilla: si el alumno repite porque hay unas cuantas cosas que no aprendió, ¿en virtud de qué la sola repitencia le va a hacer aprender eso? Porque al repetir va a volver a las mismas dificultades, con el agravante del desarraigo social, de la vergüenza, del golpe a la autoestima, más los castigos de la familia. Si el colegio está dispuesto a ayudarlo a que subsane sus dificultades, ¿por qué tiene que esperar a que repita?, ¿por qué no lo hace durante el año escolar regular? La segunda razón nace de una pregunta simple: ¿por qué el alumno va a la escuela? El alumno va a la escuela porque la ley lo obliga, si no va teóricamente castigan a los padres. Pero ¿por qué lo obliga? Porque el mensaje es: «la escuela sabe qué hacer para que tú aprendas lo que necesitas para ser ciudadano». Pero si el alumno no aprende, culpan al alumno. Deberían culpar al profesor, al sistema, a los materiales, pero ¿por qué al alumno? ¿Por qué no jalan al profesor dado que no fue capaz como profesional de la educación de cumplir su rol y hacer que el alumno aprenda? Pero nada de eso ocurre. El culpable, el castigado, la víctima, es el alumno. Y si el tuvo dificultades de cualquier índole, a nadie le importa. Esa asimetría es anti-alumno. La única causa por la que entendería la necesidad de una repitencia es en aquellos casos de inmadurez neurológica o de alguna enfermedad que limite el desarrollo óptimo del alumno y, de común acuerdo con los padres y el equipo psicopedagógico, quienes en base a una certeza razonable, estiman que le va a ir mejor si repite. En mi vida profesional, de más de 30 años como director, deben haber repetido de año no más de cinco alumnos.
Hay una razón adicional para oponerme a la repitencia. Supongamos que un alumno tiene problemas para aprender matemáticas o arte o lo que fuera, y le dicen que si no aprueba tiene que repetir. Como señalé antes, sabemos que no hay ninguna garantía de que, si repite, ahora sí va a aprender. Pero vamos a suponer que el alumno no aprendió porque es displicente, o porque odia el curso o tiene mal vínculo con el profesor o lo que fuera y aun así pasa de año. Esto significa que cargará con ese vacío en los años siguientes hasta terminar el colegio. Si luego quiere ir a la universidad o a un instituto que demanda ese conocimiento, va a tener que subsanar ese vacío. Pero si no lo necesita porque no quiere estudiar nada que lo requiera, tendrá que afrontar la vida con lo que logró y lo que no logró acumular en el colegio, y fin de la historia. Pero el colegio no lo condena ni estigmatiza por las dificultades en una de las áreas curriculares.
En tanto no se construya una cultura distinta, la repitencia prevalecerá. Para cambiar eso el Minedu deberá asumir un liderazgo, plantear una agenda distinta, salir a los medios, escribir, publicar en congresos, en conferencias, para demostrar la inutilidad de la repitencia. Así se crean condiciones más próximas a una propuesta más sensata, que supere el actual estado de cosas en que, si jalas en comunicación y matemáticas, vas al aplazado y si no apruebas una de ellas, repites. Es de locos, pese a que nos dicen que existe un enfoque de educación integral en el que todas las áreas contribuyen por igual a la formación de las personas. Pongámonos al menos en una situación más intermedia, digamos, por ejemplo, si el alumno no aprueba la mitad de las áreas, solo entonces repite de año, así nos vamos acercando paulatinamente al concepto pleno. Pero no avanzamos si partimos del principio de como que la gente está muy acostumbrada a algo, mejor no tocarlo. Así nunca se va a producir ningún cambio. Si un alumno tiene un aplazado en matemática, que se quede con el aplazado, ¿cuál es el problema? El día que quiera subsanarlo, tendrá que rendir los exámenes correspondientes.
Aunque decir que un ciclo dura dos años también es arbitrario, lo entendería como una transacción. Así empezaríamos a estirar las cosas de manera que el número de repitentes sea cada vez menor, hasta que llegue el momento en que uno pueda decir la repitencia no va más. Se puede demostrar con datos fehacientes de que al alumno que repite le va peor que antes. Esto debería incluir también una redefinición de los criterios, no sólo matemática y comunicación sino también otras áreas, de modo que solo repite si el alumno sale desaprobado en varias áreas, solo entonces repite. Si de verdad creemos que todas las áreas contribuyen de la misma manera a la formación integral de los chicos, no debe haber distingo entre matemática y arte o educación física o ciencias naturales. Es una manera de transmitir el mensaje de que todas las áreas son importantes o que todas contribuyen por igual, cada una desde su arista y herramientas ¿Cuál es el mensaje que transmitimos cuando decimos que matemática es más importante que humanidades? Eso es inconsistente con la concepción de lo que es la educación integral y la formación ciudadana que, por lo que se ve en nuestra sociedad, denota más una carencia de concepciones humanistas que de dominio de matemáticas. Imagínate pedirle a un estudiante con dislexia o discalculia o problemas de coordinación gruesa que haga de cuenta que no tiene ninguna de esas condiciones y que se desempeñe igual que aquél que es muy solvente en comunicaciones, matemáticas o educación física. No soporta el menor argumento de zona de desarrollo próximo de cada uno. Esa es una idea fija que hay que desterrar. Hoy en día está demostrado que habilidades de imaginación espacial, inteligencia visual, diseño, habilidades manuales prácticas, son mucho más decisivas en la formación profesional que la matemática. Entonces, los cursos escolares deberían estar orientados al diseño y, sin embargo, nada de eso existe, el tema principal sigue siendo matemáticas y comprensión lectora. Respecto a todo lo demás, me he cansado de explicar hasta la saciedad que no se puede evaluar competencias como la comprensión lectora por ejemplo pidiendo a los niños lo que no se puede pedir a los adultos.
Si a mí me das 10 libros, de manera natural voy a escoger uno que me es afín, más interesante, y en ese texto me voy a compenetrar, voy a leerlo, a analizarlo, a entenderlo, pero si me das a leer otro que no me interesa, que no me dice nada, y me preguntas cuál es la idea principal o detalles de lo leído, pues no sabría contestar, porque ese texto no me interesa. Entonces, ¿tengo comprensión lectora o no? Dirían que no, pero porque me obligaron a leer un texto que no me interesa. La comprensión lectora voy a poder detectarla, primero, cuando leo algo que me interesa, que me habla a mi mente o mi corazón, y más todavía, cuando soy capaz de escribir algo que alude a lo que he leído.

domingo, 10 de noviembre de 2019

"Las escuelas continúan con prácticas ancestrales que preparan a los alumnos para un mundo que ya no existe"

El día sábado 9 de noviembre estudiantes del 8vo. Ciclo de la Universidad Nacional de  Educación "La Cantuta", me entrevistaron en mi casa en Chosica, donde Gloria, Luz y Margaret realizaban un trabajo de investigación donde coincidíamos en que ya no debemos esperar más para concretar los cambios tan imprescindibles y urgentes en la educación.
Y que la tecnología es como una puerta de entrada al aprendizaje infinito, a la necesidad de desarrollar nuevas habilidades para procesar cantidades abrumadoras de datos, el darles libertad y la consiguiente responsabilidad a los alumnos para gestionar su propio aprendizaje, generar capacidades y deseos de emprender, entre otros.
Estos puntos son parte de los principios de las nuevas propuestas metodológicas, dispuestos a cambiar prácticas actuales para un nuevo mundo.
Para conocer mmás mis ideas y nuevas estrategias metodológicas me entrevistaron 3 jóvenes estudiantes de educación.
- ¿Por qué la decisión de crear nuevas metodologías de enseñanza?
Es imprescindible desarrollar un modelo diferente, ante la necesidad de cambios fundamentales en las prácticas habituales que todavía se desarrollan en la mayoría de los colegios de nuestro pais. Las escuelas continúan con prácticas ancestrales que preparan muy bien a los alumnos para un mundo que ya no existe más, y no desarrollan capacidades fundamentales relacionadas con las herramientas y la motivación para aprender de por vida en un mundo en el que cualquier persona con un celular en el bolsillo puede acceder a la totalidad del conocimiento humano acumulado.
Es por ello que estoy desarrollando en la escuela donde trabajo prácticas pedagógicas diferentes, que priorizan y fomentan el pensamiento crítico, la cooperación, la creatividad, la expresión multimedial, las conexiones globales y la presencia en el mundo online, con una clara conciencia de desarrollar valores personales firmes y hábitos de salud en relación a su alimentación y actividad física que acompañen a nuestros alumnos durante toda su vida.
- ¿En qué escenario se encuentra Perú respecto a la educación? 
Nuestro amado país atraviesa desafíos singulares en relación a la educación. Perú cuenta con un extensísimo sistema de educación privada, alternativa buscado por muchas familias, y un desarrollo muy importante de un sistema de educación bilingüe, con el inglés como segunda lengua. A pesar de que hay muy buenas escuelas, siguen ofreciendo una educación sumamente tradicional, que prácticamente no ha cambiado en los últimos 50 años, en base a prácticas que eran adecuadas para el pasado, pero que no dan respuesta a los desafíos actuales y del futuro. Las familias que son conscientes de la necesidad de un modelo de escuela diferente a la que a estas concurrieron. Prácticamente no encuentran alternativas superadoras.
- ¿Qué caracteriza a lo que usted hace del sistema de educación tradicional?
El sistema de educación tradicional está basado en varios paradigmas que ya no son válidos, lo cual redunda en prácticas anacrónicas y que ya no tienen sentido. Se habla de aprender de los errores, pero con una cultura escolar excesivamente centrada en la calificación numérica y el promedio, en la que los alumnos vean el error como un fracaso. La vida es a libro abierto y la mayoría de las evaluaciones en el sistema tradicional son a libro cerrado, de prueba escrita contrarreloj de fin de Bimestre, sin que dicho proceso sirva para aprender, sino simplemente para juzgar a los alumnos.
A pesar de la aceptación desde ya hace mucho tiempo de la teoría de las "inteligencias múltiples", y un genuino deseo social por celebrar la diversidad, todos los alumnos deben rendir de la misma manera y son evaluados de igual forma en el sistema tradicional, el cual, asimismo, pone un foco casi único en la lectoescritura como medio de expresión, desdeñando otras formas de expresión relacionadas con el diseño de imagen y sonido. La tecnología en el sistema tradicional sólo sirve para digitalizar contenidos, cuando debiera ser un factor de disrupción positiva y de aumentar el interés de los alumnos en su propio proceso de aprendizaje.
- ¿Por qué es necesario cambiar la forma de educar? 
Llegamos a un punto tal, como se suele decir, en el que es más riesgoso permanecer como estamos que cambiar. El mundo global e interconectado propone un nuevo modelo del conocimiento abierto y dinámico, el cual hace que carezca de sentido que la mayoría de los docentes sigan dando clase y sean quienes transmitan el contenido.
Frente a la necesidad que plantea la vida real, y el mundo laboral en particular de actualización y aprendizaje permanente, ya que el conocimiento es dinámico, se debe renovar la forma de educar para hacer al alumno protagonista de su aprendizaje, de manera de adquirir la motivación y las habilidades para querer seguir aprendiendo toda su vida. El cambio es imprescindible, porque la mayor parte de los sistemas educativos de todo el mundo todavía se centran en contenidos memorísticos y hasta en habilidades que ya carecen de sentido, como refinar y perfeccionar la caligrafía en niños de escuelas primarias.
- Las nuevas prácticas pedagógicas que usted realiza se centra en el alumno, pero ¿cómo es el proceso de adaptación a este nuevo sistema de educación? 
El proceso de adaptación requiere generar una nueva cultura en la escuela, ya que es fundamental que tanto docentes como familias puedan acompañar un cambio que implica también que la escuela debe hacerse responsable de desarrollar en sus alumnos capacidades críticas, la creatividad, y ser emprendedores en relación a su propio aprendizaje. Para ello, resulta indispensable comunicar qué es lo verdaderamente importante en educación, la actitud frente al aprendizaje, las habilidades, motivación y herramientas por sobre los contenidos.
- ¿Cuál es el rol de los docentes y cuál ha sido su evolución?
El rol de los docentes/profesores cambia profundamente, ya que pasan de ser quienes transmiten el conocimiento, que de por sí es infinitamente accesible y dinámico, a quienes transmiten la pasión por el conocimiento, lo que sólo puede hacerse a través del vínculo personal.
Esta diferencia parece menor, pero es sumamente importante, ya que invita a todos quienes somos educadores a repensar nuestra vocación por aprender, no siendo más indispensables para que los alumnos accedan a contenidos, con un rol resignificado de inspirar a los alumnos a querer aprender. Esto implica gestionar proyectos, ser facilitadores, llevar a los alumnos las puertas del aprendizaje y, en general, dar testimonio de nuestra propia pasión por aprender.
Partiendo de paradigmas sociales como aprender de los errores y de prácticas cuyo fin es el sano desarrollo de niños y adolescentes, la evaluación que propongo tiene como objetivo poder favorecer el aprendizaje de nuestros alumnos, a diferencia de lo que todavía sucede en muchas escuelas en las que lo más importante es la calificación numérica, solamente como un juicio al desempeño del alumno.
Mi forma de evaluar es que contempla múltiples oportunidades como para aprender de los errores, es holística y multimodal, a fin de que todos los alumnos puedan demostrar lo que aprenden independientemente de si presentan alguna dificultad. Por ejemplo, en la lectoescritura, priorizando el proceso y la actitud de aprendizaje por sobre los resultados. Se realiza mediante rúbricas, que en muchos casos son construidas por alumnos y docentes de manera de generar un proceso meta cognitivo de reflexión sobre el propio aprendizaje, que servirá para continuar aprendiendo toda la vida.
- ¿Cuando los alumnos finalicen su año escolar 2019, para qué estarán preparados?
Nuestros alumnos adquirirán herramientas de pensamiento crítico, creatividad, capacidad de emprender, de asumir responsabilidades, tomar decisiones y, en definitiva, gestionar su propio aprendizaje, todo lo cual los hará estar en las mejores condiciones posibles para enfrentar un mundo dinámico, cambiante, y responder a los desafíos de un futuro que todavía es incierto. Habrán recorrido una diversidad de experiencias que les permitirán conocer qué es aquello que los apasiona, y habrán tenido numerosos ejemplos inspiradores que los alimentarán a buscar su propio camino y a poder aprovechar las oportunidades casi infinitas del mundo globalizado.
- ¿Cómo se trabaja con la familia y la comunidad?
Somos un colegio de puertas abiertas y de permanente contacto con la comunidad. Creo, hoy más que nunca, en el principio que expresa el proverbio africano "se necesita una aldea entera para educar a un niño". Es muy importante trabajar con las familias para que puedan decodificar cómo son los nuevos aprendizajes y, sobre todo, para redefinir las expectativas de éxito de la escuela, entendiendo verdaderamente por dónde pasa una educación de calidad, que no es ni más ni menos que cumplir con acompañar a cada alumna y alumno a desarrollar al máximo su potencial de aprendizaje personal.
Tengo charlas abiertas con los padres de familia en grupos de wassat, estamos en permanente en contacto a través de las redes sociales, comunicando los proyectos educativos que se llevan a cabo.
- ¿Qué le gustaría dejar en los niños y niñas? ¿Cómo deberían recordar este proceso de crecimiento educativo?
Quisiérs que egresen del colegio con confianza en sí mismos para poder hacer frente a cualquier cambio, pasión por aprender, y herramientas para poder hacerlo toda su vida. Me gustaría que lo recuerden como un período de sus vidas que los ayudó a descubrirse, a explorar aquello que los apasiona; sobre todo que sientan que fue una etapa que los potenció, los despertó y los ayudó a crecer como personas.
- ¿Existe algo similar en otras escuelas a lo que usted viene realizando?
Si hay, pero son pocos los colegios que tienen prácticas sumamente innovadoras y efectivas. Una de ellas es el colegio Aleph, en Chorrillos, una escuela sumamente innovadora que trabaja muy fuertemente el aprendizaje basado en proyectos; el Winneka y el San Francisco de Asis en Chaclacayo, El Santa Rita y el Santa Rosa en Chosica; y que desde hace muchos años trabajan un modelo de colegios sin horarios ni materias, siguiendo una educación personalizada para cada alumno.