viernes, 3 de septiembre de 2021

Las palabras en educación son INNOVACION y CORAJE

A veces me pregunto, si tuvieran que tener una imagen-objetivo en la cabeza los gobernantes respecto al desarrollo del país, y en particular la educación, que pudiera ser representada por una palabra y un valor ¿Cuáles serían? A mi entender, INNOVACIÓN y CORAJE.

INNOVACIÓN, porque todo lo hecho en educación desde después de Velasco es regresar al libreto de Odría, con más de lo mismo aunque con maquillajes cosméticos. Las G.U.E. se llaman colegios  emblemáticos, el currículo por contenidos y objetivos se llama currículo por competencias, las notas se ponen con letras en primaria, la queja de falta de presupuesto para infraestructura, equipamiento, salarios docentes sigue igual y con ello se justifican los fracasos, la pedagogía maestro centrada en la que el profesor y alumno de hoy pueden ser reemplazados por los de hace 100 años porque hacen lo mismo sigue intacta, y por si fuera poco, no hay mejoras significativas ni siquiera en los indicadores que el Minedu se ha inventado para hablar de logros de aprendizajes escolar (salvo para los triunfalistas que dicen que tener  65% de fracasos en esas retrógradas pruebas estandarizadas es un logro frente a tener 85% de fracasos, olvidando que los niños no van a la escuela para fracasar, mucho menos a los 7 años). Me ilusiona pensar en que algún día tendremos un gobernante en América Latina (ojalá el Perú) que diga “este modelo no da para más, no cumple su misión, hay que ir por otra vía”. Y que esa vía se construya a partir de la suma de centenas de iniciativas innovadoras que se desarrollen en el terreno. Que el Minedu no se vea a sí mismo como el  genio creador de innovaciones sino como el angelical promotor de alicientes e incentivos para que hagan innovación los que son capaces de hacerla, para luego aprender de ellos y difundirla. Talento hay. Incentivo ninguno.

CORAJE, porque para hacer lo anterior hay que tener coraje, valentía, capacidad de dar la lucha liberadora por ideales. Mientras la política del Gobierno y el Minedu sea hacer más de lo mismo con algo más de plata para no abrirse frentes de resistencia, y estén motivados por “no hagas X no vaya a ser que Y se moleste”, y no estén dispuestos a dar la batalla abierta  para que el público entienda que lo que les está dando el sistema educativa es muy poco, no lo lograremos. El modelo actual no los pone en condiciones de tener éxito como ciudadanos (la democracia peruana hace tiempo se cae en pedazos),  ni ser competitivos (el desempleo por incompetentes de los egresados del sistema educativo incluyendo profesionales es fuente de enorme frustración) ni de ser socialmente responsables (el egoísmo, la corrupción, la inseguridad, la polarización política generan enormes dificultades e ineficiencias).  

El Perú necesita un sueño, una meta visible que entusiasme y convoque voluntades colectivas, una sensación de orgullo que no nazca antes de un partido de fútbol y se caiga luego de la derrota, y que denote que ya somos capaces de levantar la cerviz, porque ya abandonamos el sentimiento de inferioridad e impotencia frente a lo extranjero que nuestro ADN heredó por 500 años.  El Perú necesita reconstruir su imagen de país viable, en el que la educación innovadora lidera la ambición pública y política, porque es el único ámbito en el que todos los peruanos transitan al menos por algunos años de su vida, en el rol de alumnos y luego de padres y abuelos. La huella que les deja ese paso es la que define si avanzaremos (porque somos capaces y corajudos) o perderemos (porque somos cobardes e incompetentes). Podemos estar en la puerta de una nueva página en la historia de la educación peruana. Veamos si esta vez cambian el diseño y los colores del libreto.

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